lunes, 9 de noviembre de 2009

Epilogo de una existencia de cristal.

Para cuando me di cuenta mis dedos ya habian marcado los 10 digitos, y mi oido derecho se encontraba pegado al auricular esperando que del otro lado, una voz le respondiese. Pero nadie contesto. Espere unos minutos y volvi a marcar, pero el resultado fue el mismo. Quizas fue lo mejor.

Cuando abri las cortinas esa mañana, el cielo estaba sorprendentemente soleado.

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