lunes, 15 de febrero de 2010

Avtomat Kalashnikova modelo 1947

De pronto simplemente deje de escuchar, mi cuerpo se desplomo y el agujero en el pecho dejo de dolerme. Esa fue la primera vez que morí.

No recuerdo exactamente como fue la segunda, salvo algunas imágenes vagas que a veces llegan a mi, cuando me esfuerzo en recordar hasta que empiezo a sentir nauseas y me duele la cabeza. Fue un acontecimiento indoloro, prácticamente imperceptible salvo por la extraña sensación que te avisa que efectivamente, ya no perteneces al mismo plano de existencia. A veces me pregunto si no lo habré soñado pero los recuerdos aunque esporádicos, son lo suficientemente coherentes para aceptarlos.

Las personas tienen una visión demasiado extremista de la muerte. Le temen. Si supieran lo que soy me temerían. Lo que soy. Pero ¿Que soy?. No he encontrado a Dios para preguntarle y mi lógica no es tan confiable. Al morir, desciendes en un elevador con música monótona de fondo hasta que las puertas se abren y abres los ojos preguntándote si realmente ocurrió. Miras alrededor y todo luce normal, todo encaja, nada ha cambiado, no hay dolor, solo un vacío que repta del estomago hasta el pecho y sigue hasta la garganta. Y entonces te das cuenta, estas ahí pero en realidad no estas ahí.

Nadie quiere oír de eso, y nadie habla de ello (¡Ni yo mismo!) en un mundo que calla. Quizás todos estemos muertos.

2 comentarios:

ॐFá Incandescente dijo...

O quizás no... :)
Ves como sí soy una verdadera fan? Siempre leo lo que escribes! :) Me encanta! Te quiero muchísimo. <3

Kevin Jaureguy dijo...

Exelente, ¡que envidia que te tengo guacho!

Florecillas azules.

Aquel verano lo pasamos conduciendo en su coche oyendo discos de Misfits. En aquel entonces yo no sabia quien era Glenn Danzig ni me importa...