martes, 20 de abril de 2010

Litosfera.

La primera roca paso junto a mi oído produciendo un zumbido parecido al aleteo de una avispa, la segunda roca dio a parar justo a mi hombro con un golpe seco. Me dolía pero no había nada que pudiese hacer para aliviar el dolor así que no tenia caso detenerme a inspeccionar el daño, ademas ya estaba muy cerca.

Las rocas caían una a una sobre mi sin ningún motivo aparente, quizás era solo que las piedras me encontrasen demasiado desagradable por lo que habían planeado durante la noche su ataque kamikaze. Cualquier persona con un poco de educación hubiese tachado de idiota mi explicación y hubiese señalado que todo se debía al movimiento de las placas tectonicas de la tierra, pero a mi me gusta mas mi versión en parte por que puedo reírme de ella. Si te pasas por ahí dando explicaciones lógicas conviertes a todos los asuntos en cosas mortalmente serias.

Una tercera roca cae justo sobre mi pierna izquierda, la empujo con fuerza hasta que esta me libera y puedo seguir arrastrándome. Ya no falta mucho, esta oscuro y no puedo ver, pero lo siento, cada partícula que me compone desea la misma cosa y contra eso, no hay nada que se le pueda hacer. Avanzo unos metros mas y me detengo. Es aquí, instintivamente se que este es el lugar exacto donde debo incorporarme, alzo una mano y toco una roca lisa al tacto, la empujo con fuerza y esta se mueve un poco, lo suficiente para dejar pasar un poco de luz, mis pupilas contraídas por el rayo de luz, arden.

Empujo la roca con mas fuerza y poco a poco esta se aparta lo suficiente para dejarme salir. Salgo hacia un mundo de apariencia fría, hostil y oscura, pero es solo que esta nublado.

No hay comentarios:

Florecillas azules.

Aquel verano lo pasamos conduciendo en su coche oyendo discos de Misfits. En aquel entonces yo no sabia quien era Glenn Danzig ni me importa...