domingo, 28 de noviembre de 2010

lunes, 8 de noviembre de 2010

Cancion de amor de la era espacial 2.

La hora es irrelevante en uno de esos dias inusualmente frios, el cielo es de un tono ceniciento sucio como pintado asi a proposito con tal de quedar a tono con el momento que ahora vivimos, se diria que es el color de las despedidas significantes.
“Siempre me ha gustado este paisaje, aunque nunca he sabido bien el por que”. Piensa para si, mientras extrae de la maleta la cajetilla de cigarros dispuesta a llevarse el siguiente a la boca.
El celular en el piso refleja la luz del encendedor de una manera extraña y sus ojos se posan en el, pero el humo que exhala en una bocanada le hace olvidarlo, en realidad detesta el sabor del tabaco pero siempre ha creido que exhalar su vida y verla subir hasta perderse en algun punto del cielo, es algo demasiado poetico.

Ha dejado el libro a un lado y se ha puesto de pie, por su aspecto es facil adivinar que esta poseida por el cansancio aunque no tiene ojeras y la piel del rostro no se encuentra reseca. Extiende el mismo brazo que la vez anterior y de nuevo presiona el boton del marcado rapido, esta es la tercera vez que repite la accion y el resultado es el mismo: Nadie se pone al otro lado del aparato, en su lugar una voz robotica y monotona le anuncia que el numero esta fuera de servicio. Ella cuelga el aparato, espera unos minutos y hace que la misma escena se repita. A cada intento su rostro se deteriora un poco victima de la creciente preocupacion.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Cancion de amor de la era espacial.

Por primera vez en varios minutos alza la vista del grueso libro que sostiene con ambas manos y echando una rápida ojeada al reloj de pared se da cuenta de que una vez mas se le ha hecho tarde, en un gesto lento y mecánico estira un brazo medio entumecido hacia el teléfono y con la otra mano presiona uno de los botones del marcado rápido.

El vibrar del celular en el bolsillo derecho del pantalón le saca precipitadamente de sus pensamientos, da una larga bocanada al cigarrillo que sostiene únicamente con los labios y tomándose su tiempo extrae el teléfono del bolsillo, tras observar el nombre del remitente decide no contestar. Es lo usual, ella solo llama cuando se le ha hecho tarde, y a estas alturas no le apetece escuchar las mismas quejas y regaños por la pequeña bocina del aparato, aunque esto no significa necesariamente que a partir de ahora se dará prisa, en lugar de ello apaga el celular y lo arroja al suelo junto a sus zapatos negros cubiertos por una finísima capa de polvo grisáceo, junto a estos una maleta mediana de un color verde pálido. Da una ultima bocanada al cigarro y lo deja caer al mismo tiempo que el sonido de las turbinas de un avión cercano inunda el aire.

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Olvide si en verdad escribí ciertas palabras y perdí el cuaderno donde lo hice, o si solo lo imagine. La duda convierte la emoción en un sentimiento estático.

Florecillas azules.

Aquel verano lo pasamos conduciendo en su coche oyendo discos de Misfits. En aquel entonces yo no sabia quien era Glenn Danzig ni me importa...