viernes, 18 de febrero de 2011

Sin direccion y simple a la vista.

-De niño podia saborear los sonidos, ver la musica y escuchar las pinturas. Recuerdo el sabor del cielo y las nubes con tanta claridad que no parecieran meros hechos pasados en la memoria solamente, el desagradable sonido de las construcciones marrones, los paisajes que pintaban las canciones de los viejos casettes de mis padres y sinfin de cosas mas que resulta demasiado cansado el describir. Yo no lo sabia pero mi mundo en aquel entonces era muy diferente al de los otros niños, yo por ejemplo no entendia el por que podian permitirse el aburrirse al grado de tener que comportarse destructivos solo por matar el tedio, y ellos por su parte no entendian el por que preferia caminar solo a juntarme con ellos. Por esta razon creci con la fama de ser un niño anti-social, egoista y engreido. Cierto es que lo de anti-social me lo tenia muy bien ganado y lo de engreido nunca me quedo muy claro si lo era o no, pero lo de egoista era algo completamente infundado; yo con gusto habria compartido mi mundo a quien fuese pero nadie parecia entenderlo, a los ojos ajenos, mi universo era un completo absurdo y a mis ojos los universos ajenos eran paradojicos y no merecia la pena el esfuerzo por entenderlos pues al final una vez encontrado el eje principal todos eran simples, monotonos y aburridos.

Sobra decir que por ello nunca fui del tipo de personas que tienen muchos amigos, yo era mas bien del a veces detestable grupo de gente que se sienta al costado del salon y sin quererlo ni desearlo tiene una mirada pesada y pareciera que esta enojada todo el tiempo. Y entonces, como un planeta invadiendo la orbita de otro, nuestros mundos se encontraron y como era inevitable se estrellaron y se destruyeron el uno al otro, la explosion se pude a ver a años luz de distancia y la luminosidad nos dejo ciegos un tiempo hasta que la luz empezo a menguar y pudimos por fin ver los fragmentos mezclados de nuestros universos.

Algunos grande, otros pequeños, todos flotando al rededor nuestro como observandonos y esperando el ser vistos. Como el poner el engrane faltante en una maquina y ver como todo lentamente empieza a girar a sus propios ritmos chocando las piezas unas con otras, haciendo ruido, crujiendo, y funcionando como deberia.

Nunca he sido fanatico de las cosas sencillas y aquella mezcla alquimistica de cosas inamovibles y dispares ciertamente no lo era, era algo nuevo, algo hermoso y algo que me delataria como un terco si le intentase describir.

Pero los atomos se fisionan y cuando lo hacen la reaccion en cadena aniquila todo a su paso.

El mayor problema del infierno es que si volteas hacia arriba, ves lo que hay en el cielo, y asi era mi nueva realidad, mi mundo al que antes amaba por ser algo tan facil de amar por todo lo que ofrecia y contenia, ahora me parecia simple y aburrido en comparacion. La verdad se me revelaba como una flecha volando veloz en el aire directo a la sienes; estaba solo, y no habia aprendido a amar el estar solo, sencillamente me habia acostumbrado a ello, eso y que sigo siendo un cursi al que le gustan los finales felices.-

El cantinero dejo la copa que lavaba e hizo lo posible por reprimir la risa burlona que queria salirsele, eso de “me gustan los finales felices” lo habia oido muchas veces en cierto local que frecuentaba pero en un contexto totalmente diferente desde luego. Al percatarse del esfuerzo que hacia, el hombre frente a el le pregunto extrañado que que le ocurria. Y el cantinero retomando el lavado de la copa responde sencillamente.

-Nada, nada. Descuide ¿Me decia?

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Florecillas azules.

Aquel verano lo pasamos conduciendo en su coche oyendo discos de Misfits. En aquel entonces yo no sabia quien era Glenn Danzig ni me importa...