sábado, 31 de diciembre de 2011

La nación de los sueños nocturnos.

-¿Para que quieres que cuente hasta diez?.
-¡Solo hazlo y deja de quejarte, carajo!
-¿Pero cual es el propósito?
-¡Todo! ¿Por que otro motivo te hubiera traído hasta aquí sino para contar hasta diez con los ojos cerrados?
Eso no tenia sentido en lo absoluto pero accedí de todos modos. Me llene los bolsillos del pantalón con piedras como me lo había pedido y me metí en el estanque hasta que el agua me llego hasta el cuello y luego dando un salto hacia adelante lo mas fuerte que pude llegue a una zona donde el agua me cubría completamente. Empece la cuenta hasta diez.
Mis pulmones llenos de aire me hacían querer flotar hacia arriba pero mis bolsillos llenos de piedras me jalaban hacia lo profundo de modo que mi cuerpo quedaba suspendido en un punto medio en donde no alcanzaba la superficie con la cabeza ni el fondo con los pies. (nueve)
Sumergido con los oídos llenos de agua el silencio no es total, si prestas suficiente atención al acto puedes incluso (por desagradable que suene para algunos) escuchar tus intestinos en movimiento. (ocho)

En el estanque había peces que me rodeaban impulsados por la curiosidad, probablemente yo debía de ser el único ser humano que habían visto y aparentemente ninguno me consideraba una amenaza. (siete)
<Que fácil seria> pensé para mi <Atrapar algunos de ellos y comérmelos>  Aunque tenia los ojos cerrados algunos de ellos se adivinaban de buen tamaño sencillamente por las ondulaciones que causaban en el agua al moverse. (Seis)
Suspendido en el agua, la curiosidad me invadio y nunca antes se ha usado la palabra "invadir" de forma mas correcta, pues esa curiosidad que inundaba mi cuerpo no me pertenecía, había llegado de algún lugar, entrado por entre lo poros de mi piel y ahora me asaltaba (cinco).
Moví una de mis manos hacia adelante y sentí uno de los peces inmóvil ante mi mano como esperando a que lo acariciase como a una cachorro bien portado, frote su cabeza con cuidado de no herirlo y le talle uno de los costados, creo que era la primera vez que un pez me dejaba acariciarlo deliberadamente, hasta donde sabia los peces eran tan insensible que ni siquiera sentían cuando un anzuelo les atravesaba la boca. (cuatro)

Al final la curiosidad me hizo romper las indicaciones y abrir los ojos antes de terminar de contar, al hacerlo los peces que se habían acercado a mi por literalmente cientos huyeron todos a la vez incluido aquel al que acariciaba.
Nade a la superficie esperando que la razón por la que me había metido al estanque en primer lugar me estuviese esperando en la orilla, pero estaba completamente solo, espere un rato sentado en una roca creyendo que podría llegar de un momento a otro pero cuando resulto obvio que la espera era en vano, me levante y me fui, ni siquiera me moleste en tomar la pecera ahora vacía y llevarmela a casa, simplemente la abandone ahí en medio de la nada.

Ni aves, ni peces, a mi no se me da eso de tener mascotas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Excelente, excelente!

Florecillas azules.

Aquel verano lo pasamos conduciendo en su coche oyendo discos de Misfits. En aquel entonces yo no sabia quien era Glenn Danzig ni me importa...