martes, 28 de agosto de 2012

El cielo no esta cerca de un sitio como este. [primera parte]

El otro día estaba acostado en mi habitación en una de esas noches que le siguen a un largo día, las luces apagadas, las cortinas corridas, y yo echado en una posición tan perfecta que sentía que cada uno de mis músculos se relajaba y me agradecía por ello. Estaba por quedarme dormido anticipando el mas perfecto  y reparador sueño que hubiese tenido a la fecha cuando alguien llamo a mi puerta.
<¡Knock! ¡Knock! ¡Knock!> Sonaron tres golpes fuertes como para no darme lugar a excusarme diciendo que no los había oído.
-¿Quien es? - Pregunte, pero por única respuesta solamente hubieron otros tres golpes igualmente fuertes como los anteriores. Me deshice de las cobijas que me cubrían y mientras me ponía de pie fui repasando mentalmente el quien carajos podría llamarme a la puerta a esas horas, ¿Algún amigo en una emergencia? ¿Algún familiar recién llegado a la ciudad? ¿Algún desconocido en busca de un favor? ¿Algún depredador hambriento? Llegue a la puerta a tiempo para ver como la puerta se agitaba tras recibir otra serie de golpes, fuera quien fuera golpeaba con mucha fuerza, tome el pomo de la puerta y esta de nuevo tembló ante el poderoso puño que llamaba a esta. Gire rápidamente el pomo y abrí la puerta de golpe, una rafagá de aire frío del exterior entro rápidamente a la casa y me provoco escalofrio al pasar entre mis piernas, pero afuera no había nadie solo oscuridad, silencio, humedad, y el sonido de un millón de insectos, salí de mi casa esperando encontrar a algún bromista escondido entre los matorrales y suprimiendo su risa pero no había nadie.

Di media vuelta y volví entrar a la casa dirigiendo mis pasos directo a mi habitación para intentar retomar el descanso en el punto exacto donde lo había dejado mientras pensaba en mil y una explicaciones lógicas al golpetear en la puerta, encontré unas cuantas cientos de ellas posibles y satisfactorias y volví a acostarme boca arriba intentando adoptar la posición que tenia al principio. Pero fue imposible, la cama se me figuro incomoda, tan pronto adaptaba una posición algo empezaba a molestarme y tenia que cambiarme a otra, tan pronto cerraba los ojos algo me hacia volver a abrirlos y entonces, le vi, una silueta casi humana reptando en el techo sigilosamente dirigiéndose hacia el ventilador del centro como para buscar escondite ahí. Ante la visión mi corazón se traslado de mi pecho a la garganta y fue quizás su presencia ahí lo que me permitió el reprimir un grito y el impulso instantáneo de salir huyendo.

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Florecillas azules.

Aquel verano lo pasamos conduciendo en su coche oyendo discos de Misfits. En aquel entonces yo no sabia quien era Glenn Danzig ni me importa...