martes, 29 de septiembre de 2020

Luminosa naranja haces crecer las nubes en mi mente.

 Decir que habíamos decidido ir a aquel lugar seria una mentira, yo no decidí nada, simplemente me deje arrastrar, convencer por promesas de aquel contacto físico que tan pocas veces había disfrutado en mi vida y por el miedo a dejar de parecerle interesante (porque yo antes era ese tipo de persona).

La chica en cuestión era una de aquellas veinteañeras cuyos disfraces superan rara vez los 8 gramos. Usaba una minifalda negra, un top negro al que le había hecho unos cortes con tijeras y unos colmillos de plástico completaban el atuendo que debía hacerla pasar por una vampira. Si yo no fuera un hombre con un pobre criterio inducido por las hormonas posiblemente miraría aquel pobre y simple esfuerzo y me reiría, pero teniendo como tenía el criterio controlado por dos pelotas probablemente azules y casi vírgenes aquello me pareció sensual.

Yo no llevaba disfraz, había ido al bar a beber y nada más. No me interesaba Halloween, no me interesaban los dulces, me interesaban las chicas en disfraces diminutos claro, pero no me interesaba hacerles conversación, al menos no estando sobrio, en mi experiencia anterior hablarle sobrio a una chica había tenido siempre fatales consecuencias, ebrio tampoco conseguía nada pero el alcohol hacia que no me importara.

Estaba en ello, pasándome el tercer vaso de vodka, cuando se me acercó esta chica con el disfraz de vampira. Ahora que lo pienso nunca supe su nombre, quizás hubiera sido buena idea preguntarle pero no lo hice y ahora posiblemente nunca vuelva a verla, llamémosla “Mandy” por mientras.
Mandy se me acercó e hizo la única pregunta válida que una desconocida le puede hacer a un desconocido dada las circunstancias
-¿Tu de que vienes disfrazado?
Apuré el vodka que junto con los otros ya me había dado valor y sabiendo que probablemente sería mi única oportunidad en toda la noche me apresure a mirarme de arriba a abajo intentando inventar alguna respuesta que me hiciera parecer interesante.
-Pues –Empecé a decir – Yo vengo disfrazado –Madre mía, sabía que al pronunciar lo único que se me había ocurrido me arrepentiría inmediatamente de haber dicho algo tan estúpido pero lo dije de todas maneras. –Yo vengo disfrazado del hombre de tus sueños.
Aquello le hizo muchísima gracia, no fue una risa cruel o burlona, sino una auténtica risa de esas que te hacen saber que vas por buen camino, su risa olía a mucha cerveza barata y shots de tequila. Conversamos unos 10 minutos y en algún punto me invitó afuera.
Pagué la cuenta de lo que nos habíamos bebido y salimos tomados del brazo como dos enamorados aun sabiendo que solo éramos dos desconocidos que sabían muy bien hacia donde llevaba todo aquello.
Tomamos un taxi y le pedimos que nos llevara a algún hotel cercano que resultó estar a cuadra y media del bar donde estábamos lo cual convirtió el taxi en un gasto inútil.
Entramos a recepción y pedimos una habitación, era uno de esos hoteles 24 horas que tienen tarifas por hora, afortunadamente estaban en promoción, la habitación sería nuestra por las próximas 3 horas tiempo suficiente para hacer nuestros asuntos y salir de nuevo a la noche, antes de cualquier señal de arrepentimiento, a seguir bebiendo hasta que uno se cree que sabe bailar.

Nada más entrar a la habitación Mandy me echó de espaldas sobre la cama, yo para entonces tenía una erección tan grande que de haber caído boca abajo sobre la cama seguramente le hubiese hecho un agujero. Mandy se echó sobre mí besándome fogosamente, mis manos agradecieron esta oportunidad y aprovecharon para abalanzarse sobre las nalgas que su minifalda apenas cubrían en esa posición. La senté sobre mi y la despoje del top revelando dos pechos de buen tamaño que hasta entonces habían estado apretados bajo el “disfraz” de Mandy, no tuve que despojarla del bra pues ella lo hizo por mi liberando por completo sus pechos, los caballeros no tienen memoria pero desgraciadamente yo no soy ningún caballero; tenía ambos pezones perforados, cosa que solo había visto antes en fotografías. Mandy movía las caderas sobre mí, rozando mi erección aún atrapada dentro de mi pantalón con su vulva aun inconvenientemente atrapada bajo su ropa interior, con cada vaivén, a cada movimiento sus pechos se balanceaban ligeramente lo que los volvía aún más invitantes; para cuando me di cuenta ya tenia mi cabeza hundida en ellos y mi boca jugueteaba con sus pezones perforados. En esa posición mi erección se clavaba aún mas en su entrepierna lo que volvía al deseo aún mas insoportable, decidí desquitarme mordisqueando con más fuerza sus pezones a lo que ella reaccionaba moviendo más rápido sus caderas como si quisiera hacerme venir dentro de mi pantalón.

La tomé de la cintura y la arrojé sobre la cama, esta vez era ella quien quedaba acostada boca arriba.
Metí mis manos bajo su minifalda y tome sus calzones dispuesto a arrancarlos de una buena vez pero me detuvo antes de que pudiera hacerlo, se incorporó sobre la cama y con una mano experta sin media palabra desabrocho mi cinturón y se deshizo del botón y cierre del pantalón como quien desarma un arma de fuego. Mi erección había construido una casa de campaña bajo mis calzoncillos y Mandy ni lenta ni perezosa quitó la carpa de esa tienda dejando al descubierto la base de la construcción. Lo que siguió a continuación fue una mamada que era mitad venganza por haberle mordido los pezones anteriormente; se la metía hasta donde le cabía en la boca y trazaba círculos con la lengua, a veces usaba los dientes haciéndome un poco de delicioso daño, aquello era la gloria, mientras echaba rienda suelta a su boca en mi miembro yo me entretenía acariciándole el cabello y los pechos.
Cuando sentía que me faltaba poco para terminar y estaba en la cúspide de la gloria, se la sacó de la boca tomó su top y disculpándose me pidió unos minutos para ir al baño.

Aquello fue una putada, pero entiendo que a veces las chicas hacen eso. Mandy se metió al baño y cerró con llave, posiblemente tenía que revisar algunos asuntos respecto a higiene femenina o que se yo, los hombres no entendemos de esas cosas y cuando pretendemos hacerlo solamente quedamos como unos estúpidos.
El tiempo pasó, y Mandy no salía del baño. “Quizás toma una ducha“ pensé para mí. Mientras esperaba encendí el televisor de la habitación, me sorprendió no encontrarme con una película porno como primera opción, en su lugar estaban pasando un documental sobre la savana africana.
-En la savana africana – Decía el presentador – durante la época de sequía todos los animales salvajes se reúnen en las fuentes de agua y como por mutuo acuerdo no se atacan entre ellos por lo que es normal ver a depredador y presa bebiendo juntos –Aquí hacía una pausa dramática – Aunque no por ello dejan de ser relaciones ocasionalmente fatales. Y en este punto se veía un clip en el que un león se abalanzaba sobre una cebra.

Pasó el tiempo de esta manera hasta que alguien llamó a la puerta. El ruido me sobresaltó, el televisor seguía encendido y ahora mismo estaban pasando un programa sobre un sujeto que educaba iguanas mascota “el encantador de iguanas” o algo así, aparentemente me había quedado dormido. Me levanté de la cama, me subí el pantalón y abrí la puerta, el dueño del hotelucho había subido a avisarnos que teníamos que desocupar la habitación porque el tiempo se había terminado.
Medio aturdido aún por despertar de pronto, llame a la puerta del baño, asumí que Mandy se había quedado dormida junto al retrete o algo. Después de llamar por octava vez gire el pomo y entré al baño. Estaba vacío. Mi primera reacción fue tantearme por todas partes para comprobar que no me faltaran las llaves, el celular o la cartera o los riñones, pero todo estaba en orden.
Baje a recepción y pregunté si habían visto bajar a la chica que me había acompañado.
El dueño del hotel me miró con la cara de alguien que ve a un ebrio asqueroso.
-Usted llegó solo.
Aquello me parecía estúpido. Intente describir a Mandy para intentar refrescarle la memoria pero el dueño insistió con aquello de que había llegado solo.
Salí del hotel, y tomé el primer taxi que pasó por ahí, le pedí que me llevara a casa, cuando me baje y me acerque a la ventanilla para pagar vi que era el mismo conductor de la noche anterior, mientras sacaba uno de los billetes le pregunté si me recordaba, le dije que era el sujeto que le había pagado para llevarlo cuadra y media más allá, el conductor no tuvo que hacer memoria, nada más reconocerme emitió una carcajada que sonó como una mezcla de burla y lastima. Le pregunté si recordaba a la chica que me acompañó la noche anterior pero me respondió lo mismo que el dueño del hotel
-Usted se subió solo.
Esta vez ni siquiera intente describirla, estaba algo crudo y aturdido por lo que no me apetecía intentar llegar a ningún lado discutiendo pague el importe y entre a mi casa. Entre al baño y empecé a desvestirme, tan pronto quede desnudo vi que sobre mi miembro aún quedaban las marcas de las mordidas que me Mandy me había propinado anoche.
Me mire al espejo, y sin saber que otra cosa hacer vomite en el lavabo el alcohol de anoche, me duché y caí dormido en mi cama.

No soñé nada.

 Puma Blue suena tan fuerte como el momento lo permite, no se como se miden los decibelios, no se muchas cosas, e incluso las cosas que se n...