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domingo, 17 de octubre de 2021

Los ojos, las noches.

 Su voz resuena como estática directamente en el centro de mi cerebro, como masticar bolas de papel aluminio, como si de pronto te brotaran agujas de los glóbulos oculares y tuvieras que aguantarte un estornudo.

Ese ruido, ese indescriptible ruido es interpretado por mi encéfalo como una voz indescifrable, se que la fuente de la voz está cerca apenas fuera de mí campo de visión y hacia mi derecha, con todo, el aire alrededor no vibra, solamente hay el ruido de insectos diurnos y ramas quebrandose bajo el peso de algún animal invisible.

Todo mi instinto, experiencia y sentido común convergen en la misma idea: "No mires, hagas lo que hagas no mires". Mi cuello se vuelve de yeso y siento que incluso si pusiera toda mi fuerza de voluntad en ello nunca más podré moverlo, mucho menos girarlo, el resto de mi cuerpo tiembla pero no se mueve, mi punto de visión está fijo permanentemente en solo lo que tengo delante y me siento agradecido por ello pues de no ser podría voltear aún por accidente o curiosidad y exponerme al horror más absoluto que no puede ser más que la fuente de aquellas visiones y voz.

Siento los dientes como si los tuviera negros y podridos, suaves y perforados por agujas hipodermicas. Siento las extremidades frías y lejanas como si se congelaran y pudieran fragmentarse y romperse. 

 "¡No mires!"

Algo se asoma en mi campo de visión, primero parece un tentáculo, luego una mano con muchísimos dedos, alas. Mis ojos ya no me pertenecen. Mi garganta se siente como si intentará tragar cristales, en mi estómago hay un panal de abejas vivas clavando sus aguijones, mis venas están llenas de ácido de baterías usadas, mis párpados están abiertos y fijados hacia arriba por ganchos para pesca y siento destruirse el espacio entre mis ojos y el cerebro. A mi vista veo un montón de estática sin forma, un espacio vacío donde indudablemente hay algo, una silueta que se traga todas las formas y emite todos los colores a la vez que no emite ninguno, verlo me duele. Siento la necesidad de gritar hasta desgarrarme las cuerdas vocales y ahogarme en mi propia sangre, de llevarme las manos a la cara y arrancarme la piel con las uñas pero mi cuerpo permanece petrificado e inmóvil, inmóvil mientras ello habla con esa voz inentedible directamente al centro de mi cerebro y repta lentamente hacia mí campo de visión. 

Mi corazón late con la intención de salirseme por la boca. Ante mi, la silueta indiscernible de algo que existe pero no debería existir se retuerce de manera grotesca y profana. Siento el líquido de mis ojos convertirse en petróleo, siento la voz haciendo arañazos a los surcos de mi cerebro, siento la voz revolviendo los contenidos de mi cráneo, siento en mi mente surgir conocimientos nuevos, mi cabeza llenándose de información indescriptible en un idioma que es del todo ajeno a lo que es humano, siento el cerebro inflandoseme como un globo más allá de los límites de mi propio cráneo, y todo por la acción de percibirlo. El aire a mi alrededor se ha vuelto áspero al tacto y me doy cuenta que no estoy respirando.

 "¡No mires!" Pero no puedo no mirar, incluso si tuviera el control de mis párpados no podría cerrarlos, incluso de hacerlo podría percibir su presencia, como ahogarse en un estanque, el cerrar los ojos no hace que desaparezca la presencia fría del agua.

"No temas" entiendo por fin a la voz. Pero temo. 

domingo, 18 de octubre de 2020

Aquí y ahora, cuando me pongo a recordar mi pasión me parece que yo era un ciego que no teme a la oscuridad.

Me desperté poco después de la medianoche, mis horarios suelen estar bastante torcidos a causa del trabajo, pero me desperté sintiéndome bastante fresco y descansado, sin embargo despertar y ver la oscuridad de la noche provoca cierta reacción instintiva, en mi caso hace que me duela un poco la cabeza y que me sienta desorientado un rato que no suele durar mas que uno o dos minutos.

Me levanté de la cama y abrí las cortinas, afuera la luna iluminaba todo con luz azulada y fría en una noche apacible y sin ruido a pesar de que las nubes la cubrían del todo. Me sentí afortunado de estar despierto en medio de todo eso.
Acabé de desperezarme, encendí el ordenador e hice café para bebérmelo en lo que trabajaba.

Llamó mi atención que la bandeja de entrada de mi correo electrónico estuviera vacía, la rutina usual era tener una docena de correos nuevos con la descripción de las tareas del día, cosas a corregir, observaciones, detalles a cambiar por otros, etcétera. Sin esa información cualquier avance seria en vano y un desperdicio completo de trabajo. Comprobé la hora; faltaban quince minutos para la una de la mañana. Tomé el teléfono y llamé a la oficina, sonó las veces necesarias antes de avisarme que la llamada iría al buzón; era normal tomando en cuenta la hora que no hubiera nadie en la oficina, pero  quería ahorrarme problemas y dejar asentado que alguien no había cumplido de su lado para que luego las consecuencias de perder el día no cayesen sobre mi.
De igual forma y solo como medida precautoria, escribí un correo electrónico detallando el inconveniente y la razón por la que seria imposible avanzar sin las notas usuales que habían olvidado enviarme. Termine el correo con un "quedo al pendiente en todo caso en mi horario usual a este correo y al siguiente teléfono: xxx-xxx-xx-xx". Me bebí el resto del café, tomé las llaves y el celular y aproveche la noche para dar un pequeño paseo.

Afuera la luna brillaba con tanta intensidad que su luz parecía comerse todos los sonidos de la calle a pesar de estar oculta tras una capa de nubes que parecían anunciar lluvia, ni siquiera mis pasos sonaban como usualmente lo hacen, en su lugar parecía como si estuviera caminando sobre goma. Caminé algunos cientos de metros hasta un parque cuando mi teléfono empezó a sonar, al principio no reconocí el sonido pues el sonido me llegaba como si estuviera dentro de un recipiente hermético, para cuando lo extraje de mi bolsillo ya había perdido la llamada, el numero en el registro era de la oficina. 
Llamé de vuelta pero nadie respondió, dejé pasar unos minutos en lo que caminaba de vuelta a casa pero no volví a recibir ninguna llamada. 
Regresé a mi hogar y volví a revisar mi correo electrónico. Había un mensaje, el remitente era mi contraparte del trabajo, en el asunto ponía "Hey, observa la luna", además de eso el mensaje estaba en blanco.
Volví a llamar a la oficina y esta vez sonó ocupado. Cuando terminé la llamada me encontré con que tenia un mensaje en el buzón de voz de mi celular. La voz era de mi compañero del trabajo; 
"Hey, observa la luna" decía hacia mi, y se cortaba.
En su voz no había nada particular, sonaba como siempre incluso monótona, si aquello era una broma parecía evidente que ni siquiera el la encontraba graciosa.
Aquello empezaba a volverse frustrante. La noche seguía avanzando y no recibía ninguna respuesta concreta sobre que se suponía que tenia que hacer. Llamé de nuevo a la oficina una decena de veces mas pero en esta ocasión no conectó ni siquiera con el buzón de voz.

Me serví un vaso de agua y me asomé por la ventana hacia la luna pero afuera seguía nublado, aunque la fuerza de su luz era evidente en las calles, la luna seguía cubierta por una capa de nubes que aunque ahora mas delgada y tenue bastaba como para seguirla cubriendo del todo.

La jaqueca con la que me había despertado no cedía sino que por el contrario la notaba agudizarse. Cerré los ojos y me froté las sienes con las yemas de los dedos, eso solía ayudar pero en el silencio de la noche notaba en los oídos un silbido como el de una tetera hirviendo en la estufa puesta en algún lugar de la habitación,
Empezó a dolerme la mandíbula y me di cuenta que había estado apretando los dientes todo el tiempo que llevaba esperando desde que había escuchado el buzón de voz.
"Hey, observa la luna"
Aquello no tenia sentido, ¿Cuál era el propósito de mandar algo así sin mayor explicación? Lo justo seria exigir explicaciones, aquello nos podría costar el empleo a ambos pero sabia que no habría beneficio en llamarle de nuevo, sabia que simplemente no iban a contestar, si era una broma estaban dispuestos a seguir hasta el final para meterme en apuros.

El sonido de mi móvil sacudió un poco el pesado silencio.
Desde el bolsillo de mi pantalón aquello sonaba de nuevo como si estuviese encerrado en un recipiente hermético.
Aquello fue una larga cadena de sonidos, la familiar alarma de mi teléfono celular empezaba a sonar y se cortaba solo para volver a empezar de nuevo una y otra y otra vez. Lo tomé y comprobé la pantalla. Uno a uno llegaban mensajes de texto, uno tras otro tras otro. Llegaban haciendo sonar la alarma del teléfono y antes de dejarle terminar llegaba otro que la hacia iniciar de nuevo.
Los mensajes llegaban de varios remitentes.
Mi hermano, mi madre, mi vecino, varios compañeros de trabajo, mi jefe directo, incluso algunas amistades de infancia que tenia años sin ver me habían escrito. Todos los mensajes decían lo mismo.
"Hey, observa la luna" No había terminado de comprobar la lista cada vez mas vasta de mensajes recibidos cuando empecé a recibir llamadas.
"Hey, observa la luna" Dijo mi padre cuando respondí su llamada, la voz de mi padre, que no había escuchado en dos o tres años sonaba exactamente como la recordaba, sin ningún cambio o inflexión, monótona incluso.
"Hey, observa la luna" Dijo la siguiente persona a la que le respondí y cortó antes de darme tiempo de preguntarle el significado de todo aquello.
Dejé de responder las llamadas y apagué el teléfono.
Me temblaban las manos.

Desde donde estaba podía ver una porción del cielo que mostraba una capa de nubes cada vez mas delgada y difuminada, conforme las nubes avanzaban y desaparecían el brillo de la luna se hacía mas y mas intenso. 
La calle quedaba iluminada de tal forma que podía distinguir claramente las formas de los objetos a través de mi ventana.
En el patio de sus casas, mis vecinos de pie observaban hacia el cielo, los veía con tanta claridad a causa de la luz que pude notar que tenían los ojos y las bocas abiertas en espantoso asombro. 

El brillo de la luz se hacia mas intenso conforme las nubes se disiparon, tanto, que creí que se había hecho de día de pronto, excepto que la luz seguía siendo aquella cosa fría y azulada. 
Un ruido de fuera llamó mi atención. Mis vecinos habían colapsado en el suelo y se retorcían. Desde la ventana con la nueva luz pude ver que, de hecho reían. Reían y se revolcaban en el suelo. Algo les causaba muchísima gracia.
Aquello me asustó aun mas, pero cuando subí la vista al cielo, Ahí estaba la luna, o lo que parecía serlo. Se había movido a través del cielo buscándome sin que yo la viera y ahora me encaraba en mi ventana.
La luna me sonrió. 
Y yo aunque no quería hacerlo le sonreí de vuelta.

sábado, 3 de octubre de 2020

Si tuviera los paños bordados del cielo, bordados con luces doradas y plateadas .

 Son poco mas de las 11 de la mañana, afuera hay un clima espantoso y puedo escuchar el ruido del viento corriendo entre las paredes y las ramas de los arboles cercanos. Ayer tuve uno de esos días largos y una noche por lo demás horrenda de esas donde das vueltas en la cama agotado pero incapaz de conciliar el sueño, girando y girando entre las sabanas teniendo una hilera interminable de pensamientos espontáneos como si la cabeza misma o por lo menos el contenido de esta fuera una criatura independiente y ajena a ti que se rehúsa a seguir tu deseos u ordenes. 

A veces me cuestiono sobre si realmente duermo o si simplemente me desmayo por el agotamiento que me provoca el perseguir mi mente e intentar mantenerla quieta a lo largo del día pues pareciera que incluso las noche que logro conciliar el sueño y dormir las supuestas 8 horas que debería me sirven poco o nada de descanso. Mi cuerpo se mantiene en un estado constante de agotamiento y empiezo a sentirme cada vez mas incapaz de mantener el ritmo que las carreras que hace mi mente me exige.

Estaba aun en cama en el estado mental de justo después de despertar, ajustando los ojos a la realidad cuando escuché a alguien pronunciar mi nombre seguido de 4 golpes rápidos y poderosos a la puerta. Aquello me hizo incorporarme de un salto y pasar de todo sopor a un estado de alerta inmediatamente pues la fuente de aquel golpeteo y llamado era la puerta del armario junto a la cama. Como no emití respuesta de nuevo se repitió aquello; de nuevo esa voz llamando mi nombre y los mismos 4 golpes a la puerta.
El armario es un mueble sencillo de madera blanca, cuando lo compré de segunda mano me dije que definitivamente había visto mejores años pero con todo, estaba en buen estado y era del todo funcional, llevo con el ya un par de años y llevo algunos meses diciéndome que es hora de pasarle una nueva capa de pintura. Con todo, la puerta del armario es delgada y solo se mantiene fija por la acción de un par de imanes que evitan que la puerta se abra ante la mínima brisa. El que aparentemente pudieran soportar la fuerza de aquel golpeteo era en si mismo una cosa del todo extraña.

De nuevo cómo no emití respuesta ni hice ruido alguno aquella voz llamo de nuevo mi nombre, esta vez sonaba desesperada, y a ello le acompañaron de nuevo una serie de golpeteos, esta vez parecía que golpeaban a la puerta con ambos puños cerrados. A pesar de ello, la puerta ni se movió.

Me quedé observando con los ojos abiertos como platos hasta que empezó a dolerme la cabeza, conforme pasó el tiempo y fui adquiriendo valor poco a poco empecé a acercarme al armario, hasta que puse mi mano sobre el. Lo primero que comprobé fue que no hubiera cambios en el, a simple vista parecía el mismo armario de siempre, viejo, algo despintado, pero funcional y entero junto a la pared. La respuesta mas evidente era que seguramente hubiera estado aun medio dormido cuando creí escuchar todo aquello, sin duda mi mente revoloteante aun aferrándose a algún sueño que no pudiera recordar. La forma mas simple de comprobar todo aquello seria abriendo la puerta y confirmar que todo seguía exactamente igual a como lo ha estado siempre.

Pero a pesar de tener ambas manos apoyadas sobre el armario, no me atreví a hacerlo. La idea de abrir la puerta me provocaba una sensación parecida a la que se tiene cuando nadando en aguas tibias te encuentras de pronto con una corriente de agua helada recorriéndote los pies, una sensación física como si intentara juntar dos imanes de polos iguales, un instinto primario que me susurraba desde algún rincón del cráneo "aléjate".
Así que me aleje.

Cuando regresé a mi alcoba mas tarde lo primero que noté fue una hoja de papel naranja pasada por debajo de la puerta del armario y cuidadosamente doblada. Me acerqué ignorando la voz del fondo del cráneo que de nuevo me decía "aléjate, aléjate" y la tomé. Al desdoblarla me llegó un aroma extraño, algo que no había olido jamás, un aroma como a humedad, azufre, cascaras cítricas y sal. El olor me hacia sentir en estupor como haber entrado en una alcoba plagada de inciensos sagrados. En la hoja desdoblada escrita con tinta dorada las dos silabas que forman mi nombre.

<Ábreme>  Escuché a la voz decirme desde la puerta del armario. Sentía que junto con la voz, el olor de la hoja naranja se acrecentaba y empezaba a marearme.
<Ábreme> Decía aquello, y pronunciaba mi nombre. <Se que me escuchas> <Ábreme>, la voz sonaba tranquila, como quien dialoga con un niño pequeño. 
<Ábreme> <Ábreme> y de nuevo los golpeteos en la puerta que ni siquiera temblaba al recibir el embate de aquello que yo me imaginaba serian puños grandes y duros como rocas.
<Ábreme>
Y abrí.

Abrí sintiendo que todo aquello, el aroma de la hoja naranja, el sonido del martillar de los puños y la misma voz se me pegaban y entraban a mi cuerpo, por la nariz, por los ojos, por la garganta por los agujeros en las orejas, todo aquello se me metía y me pudría lentamente, dejando manchas que ya no podría quitarme. Abrí la puerta del armario para convencerme.
Pero al abrirlo en primer instancia creí no ver nada, me pareció inmediatamente extraño pues no estaban mis camisas ni chaquetas, tampoco los ganchos ni ninguna de mis pertenencias, solamente la oscuridad como si en vez del armario hubiera abierto la ventana hacia la noche. Incluso me pareció ver estrellas, estrellas llamativamente doradas revoloteando en la negrura ante mi, la oscuridad se movía lentamente.
<Dios mío> Pensé <No son estrellas, son ojos>. Cientos, miles de ojos me miraban de todos lados todos pertenecientes a esa negrura informe que ahora salía riendo del armario y empezaba a colarse y a llenar lentamente mi alcoba, como si el hecho de abrirle significase una invitación.
La risa no cesaba, ya no oía el golpeteo en la puerta, solamente la risa proveniente de cada vez mas lugares distintos a mi alrededor, de las paredes, del techo, desde la cama, desde dentro del mismo armario conforme la masa de negrura salía y llenaba todo a mi alrededor y los miles de ojos amarillos y brillantes que había confundido con estrellas me miraban de todas direcciones.
Mis piernas me fallaron presas del pánico y fui a dar la suelo cubierto por la masa negra, la encontré extrañamente apacible, tibia al tacto y suave al impacto.
Cerré los ojos escuchando esa risa que solo se cortaba para decirme mi nombre. Y en algún punto, me quedé dormido.

miércoles, 26 de marzo de 2014

El sueño como deporte olímpico.

Era una de esas noches donde el reloj marcaba las dos y algunos minutos de la mañana con grandes números rojos brillantes en la oscuridad de otra forma absoluta de la habitación.
Tenia unas dos semanas sin poder dormir apropiadamente, la noche pasada había conciliado el sueño a las 6:47 de la mañana y había despertado solamente 32 minutos después; me sentía agotado pero por mas que daba vueltas sobre la cama el sueño nada mas no me visitaba.
Ya había probado de todo: raíz de valeriana, infusiones calientes, leche tibia, leer teoría lacantiana, ejercitarme y cambiar la dieta pero nada me había funcionado, llegada la noche mi cuerpo simplemente permanecía inerte incapaz de conciliar el sueño a pesar del agotamiento físico y mental que pudiese suministrarle durante el día.
Había empezado a resignarme "pues ya no soy de los que duermen de noche" me decía "a lo mejor podría aprovechar ese tiempo en algo útil" y por unos días lo hice, una noche la utilice para limpiar la casa a fondo y todo quedo limpio como jamas lo había estado y la noche siguiente a esa acabe mis reportes de la semana 3 días antes de la fecha limite; por citar algunos ejemplos pero aquello no duró demasiado, no era solamente que no pudiese dormir y listo puesto que mi cuerpo seguía necesitando ese inalcanzable descanso y su escasez empezaba a hacer mella en mi.

En la mayoría de los casos la privación de sueño te mata mas rápido que la inanición.
Después de unos días en ese estado constante de insomnio empiezas a tener alucinaciones, pasas unos días contemplando las siluetas que se te aparecen y te dices "ah ya veo, estoy alucinando, normal" pero conforme avanza el tiempo tu cerebro empieza a perder la capacidad de distinguir entre que es verdad y que es falso. Dale suficientes días y pasaras las tardes y noches horrorizado antes las figuras que te contemplan rodeándote por todos lados.

Una noche en particular estaba como de costumbre mirando el techo de mi alcoba cuando me entraron ganas de visitar el inodoro. Me deshice de las sabanas me puse las pantuflas y abrí la puerta de mi habitación. Salí al pasillo y en el fondo de este vi una figura cuadrúpeda muy delgada algo así como un perro desnutrido aunque considerablemente mas largo.
Abrí la puerta del baño, hice lo que tenía que hacer, y me dediqué a observarme en el espejo un largo rato, desde que había empezado todo aquello había adquirido la costumbre de contemplar mi rostro en el espejo atento a los cambios físicos; nada nuevo; la piel reseca y los sacos morados bajo los ojos de siempre.
Abrí la puerta del baño y frente a mi, a 30 centímetros de distancia de mi rostro estaba aquel perro delgado y largo que había visto en el pasillo bloqueandome el paso.
En otra circunstancias sin duda habría gritado o brincado como mínimo por la sorpresa pero en aquel punto estaba tan acostumbrado a las alucinaciones por insomnio que no hice ni lo uno ni lo otro y en su lugar me limite a contemplar aquello debatiendo con mi cerebro si seria capaz de simplemente atravesar aquel objeto de apariencia solida o tendría que sacarle la vuelta.
El perro largo se puso de pie sobre dos delgadisimas piernas que tenían apenas el grosor que tendría un palo de escoba. De esa forma el perro delgado ya no lo parecía, tampoco parecía humano, ni siquiera un híbrido entre ambos, era solamente una silueta largirucha y extremadamente delgada, lo único que parecía tener cierto volumen era una cabeza perfectamente redonda ubicada a unos 30 centímetros de donde estaba mi propia cabeza, aquella silueta a un paso de distancia de mi casi rozaba el techo.
Extendió una mano hacia mi como esperando a que la tomase pero no lo hice. Me quede inmóvil ante aquella cosa producto de mi cabeza somnolienta. Y aquello sonrío.
En la perfecta esfera que era su cabeza apareció una hilera de dientes perfectamente blancos y derechos comos los tendría una modelo de pasta dental aunque mas numerosos.
Y extendió mas su mano hasta casi rozarme al tiempo que acercaba su cabeza a la mía.

Su aliento olía como cascaras de naranjas que llevasen en la basura demasiado tiempo.
Aquella sonrisa no cesaba y los dientes mismos parecían contemplarme desde el interior de una boca que no existía, mientras le prestaba atención a ello no me percate que la mano ya me había asido de la mano y ahora me tiraba hacia si. Opuse resistencia pero aquello me tiraba con fuerza hacia él. Usé mi propio peso para anclarme al suelo y con la mano que tenia libre me aferre del lavabo pero aquello tiraba con tanta fuerza que llegue a creer que su verdadera intención era arrancarme el brazo mientras aquella sonrisa no dejaba de contemplarme y la linea de sus dientes se abría y cerraba dejando entrever varias hileras de dientes igualmente perfectos en la cavidad que debería ser su boca.
Finalmente la mano con la que me aferraba al lavabo cedió y únicamente el ancla de mi propio peso era insuficiente para detener el arrastre su jaloneo por lo que mi cuerpo cedía unos centímetros de distancia segundo a segundo mientras aquello me tiraba hacia si mismo.

Desesperado en este punto, deje de oponer resistencia. Dale suficiente tiempo y simplemente te resignas.
Deje de anclarme y entonces aquello dejo de tirar y de sonreír y de agarrarme y de existir, simplemente se desvanecío en el aire y fue como si nunca hubiese habido nada en primer lugar y lo mas probable es que ese hubiese sido el caso desde un principio, solamente una alucinación de mi mente agotada por el insomnio constante.

Apagué la luz del baño, atravesé el pasillo con cuidado de no mirar hacia el punto donde aquel perro delgado había aparecido en un principio y volví a mi alcoba en completa oscuridad.
Abrí las sabanas y me metí en ellas, su tibieza me reconforto de inmediato y entonces para mi sorpresa; empece a quedarme dormido y justo en ese instante en que mi cuerpo cedía completamente y brincaba de la realidad hacia el abismo infinito del sueño recordé mientras mi conciencia se alejaba mas y mas que no me había lavado las manos.
Entonces me quede dormido.

domingo, 2 de septiembre de 2012

El cielo no esta cerca de un sitio como este. [Tercera parte]

Espere unos segundos a que algo pasara, a que quizás aquello me brincase de pronto y me atacase, pero nada ocurrió, ya no sonaba el silbido, y el ruido de pasos que nunca había existido no apareció de repente. Me quede inmóvil oculto en las sombras listo para defenderme de ser necesario, y espere y espere pero nada ocurrió, en la casa solo había un silencio pesado y  asfixiante, preste atención a todo posible sonido esperando oír siquiera su respiración agudice tanto el oído que podía ir el sonido de mi sangre corriendo por mis sienes pero nada mas, ni una pisada apagada ni el sonido de un cuerpo moviéndose en la oscuridad.

Cuando me convencí de que era  de alguna forma seguro salir abandone mi escondite cuidando de tener siempre la espalda pegada a alguna pared y dando pasos cortos procurando no hacer ruido me dirigí a mi habitación. La puerta estaba semicerrada y las luces permanecían apagadas, me pase el cuchillo a la mano derecha y lo alce listo para clavarlo donde fuera mientras con la izquierda empuje la puerta lentamente, el chirrido de las bisagras inundo toda la casa y por un momento creí que había delatado mi posición y que el ataque era inminente pero, nada sucedió la puerta se abrió y el interior de mi habitación apareció ante mis ojos vacía y tranquila como si nada hubiese sucedido, incluso la cama estaba tendida como si nunca me hubiese acostado en ella en primer lugar.

Encendí la luz de la habitación y aun con el cuchillo en la mano entre cuidando de vigilar cualquier posible escondite desde el que pudiesen tenderme una emboscada, revise bajo la cama, detrás de los muebles, en el closet, incluso dentro de los cajones, hasta que finalmente me convencí de que me encontraba solo en mi habitación. Tome el teléfono y llame a la policía mentí diciéndoles que alguien había intentado entrar por la fuerza a la casa y que temía la posibilidad de que aun estuviese cerca, colgué y esperé a la patrulla sentado en la cama sosteniendo el cuchillo intentando sin éxito el repasar los últimos 15 minutos.

Finalmente la patrulla llego anunciandose dejando sonar la bocina, suspire de alivio, ya no estaba solo, aunque aquella cosa siguiese oculta los oficiales tendrían armas y ya no me le enfrentaría yo solo, de pronto todo parecía mas fácil y la amenaza mucho mas pequeña, suspiraba aliviado cuando llamaron a la puerta exclamando <¡Abran! ¡Es la policia!> Me puse de pie de un salto, tome el cuchillo y fui corriendo a la puerta principal sin importarme mas el cuidarme la espalda, tome el pomo de la puerta, la abrí, pero, afuera no había nadie, solo el aroma humedad, la oscuridad y el silencio roto por el sonido de un millón de insectos, entonces sentí que alguien me pasaba el brazo por el hombro segundos antes de levantarme y llevarme cargando de vuelta a mi habitación silbando tranquilamente.

jueves, 30 de agosto de 2012

El cielo no esta cerca de un sitio como este. [segunda parte]

Aquella cosa se movía pero la oscuridad de la habitación solo me permitía ver su silueta, dos piernas, dos brazos y una enorme barriga, aquello lucia como un humano con serios problemas de sobrepeso, sin embargo aquello estaba pegado al techo de mi habitación como una mosca y me observaba tranquilamente con un par de ojos que brillaban como si fuesen los de un gato.

Me quede un rato en esa posición sintiendo el latir de mi corazón en la garganta como queriendoseme salir por la boca y el sudor frío recorrerme desde la frente hasta la punta de la nariz, con los ojos entrecerrados y haciéndome el dormido inmóvil esperando que de alguna forma aquello simplemente se fuera y no volviera o me despertase de pronto y descubriese que todo fue un sueño. Estaba en eso cuando aquello empezó a moverse tan sigilosamente que en otras circunstancias probablemente nunca hubiese notado su presencia, abandono su escondite detrás del ventilador del techo y andando en reversa topo con la pared y descendió por esta hasta llegar al punto donde ya no pude seguirle con la mirada sin tener que mover la cabeza cosa que no me atreví a hacer y que no fue necesario pues al poco sentí su figura junto a mi.

Yo acostado boca arriba y aquello de pie a mi lado derecho, no le podía ver directamente pero calcule que media poco mas que yo, estuvimos así unos quince segundos hasta que aquello empezó a moverse de nuevo, esta vez con dirección hacia mi, primero subió una pierna a mi cama, luego la mitad superior del cuerpo y maniobro de tal forma que quedo sobre mi pero sin tocarme, por la rendija entre mis parpados podia ver sus ojos brillantes como de gato y las facciones de su cara, sus ojos hundidos su nariz larga y puntiaguda, sus mejillas rechonchas y el color grísáceo de la piel que envolvía todo aquello. No pude evitar empezar a temblar pero me aferraba a la idea de que quizás haciéndome el dormido acabaría por ignorarme e irse. Entonces, acerco su cara a la mía y sonriendo dejándome ver sus diente todos ellos delgados como agujas dijo con una voz aguda como de mujer <No engañas a nadie>.

Abrí los ojos de golpe y con toda la adrenalina de mi cuerpo le arroje al suelo y salí corriendo de mi habitación sin atreverme a mirar atrás, atravesé el pasillo pensando en que hacer y entonces entre en la cocina. Desde mi habitación me llego el sonido de una risa burlona, abrí uno de los cajones y extraje un enorme cuchillo, la cocina solo tenia una entrada así que tome el cuchillo con ambas manos dispuesto a enterrarselo en el pecho tan pronto apareciese en mi vista.

No oía sus pasos, pero aquello estaba silbando, un silbido que sonaba cada vez mas cerca, silbaba una tonada alegre, le reconocí como la parte de en medio de el "vals del minuto" de Chopin, y le reconocí como tal por que era la misma canción que había estado practicando en mi viejo piano de media cola desde la semana pasada, ¿Aquello había estado vigilandome? Tome el cuchillo con mas fuerza y lo apreté hasta que empezó a dolerme la mano. El silbido se detuvo y yo contuve la respiración.

martes, 28 de agosto de 2012

El cielo no esta cerca de un sitio como este. [primera parte]

El otro día estaba acostado en mi habitación en una de esas noches que le siguen a un largo día, las luces apagadas, las cortinas corridas, y yo echado en una posición tan perfecta que sentía que cada uno de mis músculos se relajaba y me agradecía por ello. Estaba por quedarme dormido anticipando el mas perfecto  y reparador sueño que hubiese tenido a la fecha cuando alguien llamo a mi puerta.
<¡Knock! ¡Knock! ¡Knock!> Sonaron tres golpes fuertes como para no darme lugar a excusarme diciendo que no los había oído.
-¿Quien es? - Pregunte, pero por única respuesta solamente hubieron otros tres golpes igualmente fuertes como los anteriores. Me deshice de las cobijas que me cubrían y mientras me ponía de pie fui repasando mentalmente el quien carajos podría llamarme a la puerta a esas horas, ¿Algún amigo en una emergencia? ¿Algún familiar recién llegado a la ciudad? ¿Algún desconocido en busca de un favor? ¿Algún depredador hambriento? Llegue a la puerta a tiempo para ver como la puerta se agitaba tras recibir otra serie de golpes, fuera quien fuera golpeaba con mucha fuerza, tome el pomo de la puerta y esta de nuevo tembló ante el poderoso puño que llamaba a esta. Gire rápidamente el pomo y abrí la puerta de golpe, una rafagá de aire frío del exterior entro rápidamente a la casa y me provoco escalofrio al pasar entre mis piernas, pero afuera no había nadie solo oscuridad, silencio, humedad, y el sonido de un millón de insectos, salí de mi casa esperando encontrar a algún bromista escondido entre los matorrales y suprimiendo su risa pero no había nadie.

Di media vuelta y volví entrar a la casa dirigiendo mis pasos directo a mi habitación para intentar retomar el descanso en el punto exacto donde lo había dejado mientras pensaba en mil y una explicaciones lógicas al golpetear en la puerta, encontré unas cuantas cientos de ellas posibles y satisfactorias y volví a acostarme boca arriba intentando adoptar la posición que tenia al principio. Pero fue imposible, la cama se me figuro incomoda, tan pronto adaptaba una posición algo empezaba a molestarme y tenia que cambiarme a otra, tan pronto cerraba los ojos algo me hacia volver a abrirlos y entonces, le vi, una silueta casi humana reptando en el techo sigilosamente dirigiéndose hacia el ventilador del centro como para buscar escondite ahí. Ante la visión mi corazón se traslado de mi pecho a la garganta y fue quizás su presencia ahí lo que me permitió el reprimir un grito y el impulso instantáneo de salir huyendo.

 Vamos a caminar juntos y cuando nuestros caminos se separen si tratas de empujarme resentiré ese atentado contra mi libertad y mi voluntad,...