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sábado, 27 de mayo de 2023

Florecillas azules.

Aquel verano lo pasamos conduciendo en su coche oyendo discos de Misfits. En aquel entonces yo no sabia quien era Glenn Danzig ni me importaba mas allá de que su voz aparecía y desaparecía según íbamos cambiando los discos en el lector de CD´s de su Subaru.
Yo vestía camisas ligeras de algodón y bermudas con sandalias huyendo del calor, ella por otra parte parecía que siempre tenia frio. Usaba sombreros negros cuando hacia sol y una chaqueta de mezclilla todo el tiempo sin importar el clima.

Me dijo alguna vez, mientras que la voz saliendo de las bocinas del auto cantaba sobre el cementerio de mascotas; que hay conversaciones que deben tenerse frente a frente sentados en las mesas de algún café y otras que solo pueden tenerse acostados en el suelo de la sala mirando el techo, otras con la cabeza recargada en las piernas de alguien y otras mas en la arena mirando las estrellas. Nuestras conversaciones eran casi en su totalidad sentados en su Subaru, y al igual que los interminables caminos iban desapareciendo sin mas a 120 kilómetros por hora con la mayoría de nuestra atención enfocada a lo que estuviera enfrente. Si ella hubiese nacido como cualquier otra cosa en vez de como un ser humano, seguramente hubiera sido florecillas azules creciendo a un lado del camino.

Pasaba por mi a la hora que acordáramos y ella conducía un par de horas por los caminos rurales a la periferia de la ciudad a toda velocidad como un piloto de rally antes de dejarme de nuevo y continuar sola, a veces la acompañaba por la mañana, a veces por eso del mediodía pero la mayoría de las veces muy de noche de modo que fuera mas difícil ver la cortina de polvo que el auto levantaba y por ello era menos probable que llamáramos la atención. Conducía por la ciudad siguiendo meticulosamente las leyes de trafico y tan pronto como las luces de la urbe desaparecían como un elemento del fondo pisaba el acelerador y el antiguo Subaru aceleraba tan rápido como su edad le permitía y mientras conducía así charlábamos: A veces yo aprendía cosas nuevas que aunque no me importaran del todo se volvían información preciosa por el hecho de venir de ella.  Aprendí por ejemplo, sobre el porque de cambio de vocalista entre un disco y otro de los Misfits.
Pero nunca me contó sobre sus cicatrices en el rostro y las orejas.

Su papá no le prohibía usar el auto pero odiaba que manejáramos de esa forma, el polvo sobre el auto nos delataba. "Un día te vas a matar a ti y a los que lleves contigo" Le decía, pero ella solo se encogía de hombros y nos íbamos, algún día íbamos a morir, pero en aquel entonces eso no se nos pasaba por la cabeza como una posibilidad real.
"Tu papá tiene razón" le dije una vez. Y ella sin desviar la vista del camino, se limito a encogerse de hombros y a asegurarme que su papá estaba mas preocupado por mi que por ella. "A mi la verdad es que no me importa estrellarme y matarte, pero si a ti te preocupa el que te mate, dime".

Me enamoré instantáneamente de ella esa noche.
Pero el enamoramiento no duro demasiado, nació como un flama sobre alcohol etílico, ardió de un azul casi invisible, exhaló calor y se extinguió sin mas.

miércoles, 27 de julio de 2022

Higiene oral.

 Le digo mirándole a los ojos que esta sobreestimando la importancia que tiene para mí todo aquello. Pienso para mis adentros que yo también caigo en ello de vez en cuando. No la puedo culpar, es un error común. 

Entre mis dedos hay un cigarrillo de esos que me he prometido mil veces dejar pero me lo han ofrecido y no he podido resistirme, es uno de esos mentolados cuyo sabor recuerda la pasta de dientes, el aroma provoca esta sensación de ser una cosa pegajosa y asquerosa, ese aroma me hace imaginar que mis pulmones están tapizados en su totalidad de caramelos y chicles de menta, lamidos, chupados y masticados a medias y luego abandonados en las paredes pulmonares tras mis costillas como si fueran la parte de abajo de una mesa. 

"Mira, ahora mismo mi atención esta en mis pulmones, negros pegajosos y podridos como caries" -Pienso para mi.
Esas ultimas seis palabras resuenan en los confines de mi cabeza que se infla y el sonido suena como cuando espantas a un montón de palomas y estas intentan emprender vuelo lo mas rápido posible.

viernes, 11 de marzo de 2022

Tamal de dulce

 Dios se aparece en mis sueños; esta figura alta, delgada y negra como si absorviera toda la luz con cabeza de ave. Me echa en cara que mis rezos no siguen el protocolo oficial y por lo tanto carecen de validez, que mis palabras recitadas no tienen valor y no sirven para nada. Es difícil complacer al dios con cabeza de ave. Me disculpo y prometo hacerlo mejor la próxima vez, él solo exhala aire por los orificios del pico que funcionan como nariz; con ese gesto quiere decir que no me cree pero que no quiere hablar mas del tema. 

Me pregunta sobre cómo van las cosas, le respondo que todo va mas o menos bien, pero que también van mas o menos mal y me da la espalda para recargarse sobre el balcón y ver hacia el horizonte. Frente a sus ojos hay un paisaje difuminado, mi cabeza revuelta y confundida es ahora mismo incapaz de crear un escenario para la ocasión. Aunque duermo y se que estoy meramente soñando siento la cabeza de mi cuerpo acostado en mi cama inflarse y entumecerse, siento mi mandíbula apretando los dientes entre sí y los dedos de mis manos torcerse. Dios cabeza de ave exhala ruidosamente por la nariz. 

domingo, 6 de marzo de 2022

Tamal de elote.

 Estábamos sentados todos al rededor de la mesa sin estar ahí en realidad, la mente de todos perdida en varios lugares dispersos y ajenos a nosotros. La única presencia real, fría y palpable era el cuerpo sobre la mesa; mi madre llora y reza a mi derecha, la veo pasar las cuentas de un rosario negruzco y desgastado con la velocidad que le brinda la incertidumbre y la desesperación, junto a ella el conjunto de mis tías hace lo mismo, todas ellas murmurando rezos diferentes a distintas velocidades y tonos, entre dientes. Sus rezos se alzan por encima de sus cabezas y se incrustan en el techo llenándolo de grietas y llenándonos los cabellos del polvo blanco que se desprende de este.

Los ojos de media docena de personas me obligan a bajar la cabeza y unirme al coro de rezos. Junto las manos y empiezo a recitar las oraciones que me sé de memoria pero ninguna se siente como si fuera la apropiada para la ocasión, en mis labios se pierde cualquier significado profundo que las palabras pudieran tener, me imagino a Dios acostado sobre el techo escuchando aquello mientras gira los ojos hacia atrás y sintiéndose realmente incómodo con todo el asunto, como alguien que escucha un mal chiste y solo puede sonreír cordialmente. 

sábado, 22 de enero de 2022

Pizza de pepperoni y anchoas que son ballenas.

Adentro de mi cabeza vive esta versión idealizada de mi mismo junto a esta versión idealizada que tengo de ti.
En mi yo idealizado estos desperfectos y errores me hacen interesante y adulto; en la práctica son solamente eso: desperfectos y errores.
La versión tuya idealizada de mi cabeza se come a la tu real como una ballena. Esto es en si mismo también un error que no me vuelve interesante ni adulto. 

lunes, 17 de enero de 2022

Chop Suey

 Le dije que la poesía nunca iba a resolver nada y me respondió que la poesía no estaba para resolver las cosas, que a lo mucho servía para plantar flores o simplemente regar las macetas donde ya estaban plantadas.

No fue sino hasta la quinta o sexta vez que salimos juntos cuando me di cuenta que cuando conducía con ella a mi lado parecía toparme con todos los semáforos en verde y que cuando cruzábamos las calles juntos no hacía falta que miráramos a ambos lados independientemente del estado o cantidad del tráfico. Nunca le hice ningún comentario al respecto, tampoco supe nunca si ella alguna vez se dio cuenta de ello o si eso tendría algún significado en lo absoluto. 

Alguna vez me miró fijamente a los ojos y me dijo que aspiraba a ser novelista, pero que leer novelas en general le parecía aburrido y un desperdicio de tiempo, que lo verdaderamente interesante era escribirlas aunque después nunca leyeras y olvidaras tu propia obra, me miró luego a la frente y me dijo que no entendía como alguien pudiera recitar los poemas de su propia autoría menos aún algo tan extenso como un cuento o una novela.  ¿Qué se supone que uno responda a semejante cosa dicha de manera tan inesperada? Me limitaba a asentir e intentar regresar al gozo anterior que me producía tenerle tan cerca frenando las crecientes ganas que sentía por besarla sabiendo que ese beso sería una apuesta donde me jugaría absolutamente todo y podría conducirme a infinitos lugares cada uno cada vez más lejos del estado de comodidad donde habitaba. 

 Me miraba y la amaba sin saber la razón. Que fácil la amaba mi corazón usualmente cerrado, que fácil la amaba mi corazón entumido de frío quizá precisamente por eso mismo, y le ofrecía entonces mi amor cerrado y entumido. Mi amor sabía yo buscaba entibiarse y era un amor excesivamente carente de práctica, mi amor consideraba yo; era un amor que constituía una carga y en consecuencia elegía cerrarse mas. Preferí entonces ser una una tabla vacía que asentía sintiendo ensancharse el muro al rededor nuestro. Nuestras charlas con el tiempo se convirtieron en conversaciones unilaterales consigo misma, yo convertido meramente en un objeto pasivo que asentía en aprobación o la miraba en desacuerdo convencido aún de mí amor por ella, mientras ella jugaba tenis consigo misma golpeando la bola contra la pared usándome mientras tanto como herramienta de introspección. 

 Cuando acepté que la amaba empecé a refugiarme en la literatura. Fue entonces cuando le dije que la poesía no podía salvarnos, que la poesía no iba jamás a resolver nada. Yo tenía mis razones para creer en ello, ella las suyas para tener su propia manera de entender. En ese desacuerdo sabía que mi amor por ella no iba a salvarme ni iba a ser correspondido pero me hacía entender que podía ser salvado. 

viernes, 19 de noviembre de 2021

Y si no es el amor entonces seran las bombas lo que hara que nos acerquemos.

 Apareció un gran agujero negro donde solía estar el cadaver de la bestia.

Preguntale a quien quieras y te diran que aquello asemejaba un angel. Pero desapareció y ahora nadie quiere acercarse al agujero, al mismo tiempo nadie quiere tampoco alejarse de él.

La existencia de ese agujero nos ha vuelto especiales a todos los que vivimos cerca incluso aun mas de lo que eramos cuando apareció el cadaver de la bestia, no se puede explicar, en estas cosas la ciencia y la logica no pueden usarse, intentarlo es prácticamente una blasfemia, el agujero no admite cuestionamientos, existe porque asi ha de ser y nos toca solamente existir en su vecindad y cuidar de él. 

El agujero huele aun peor que el cadaver y sus bordes son morados, grises, marrones y negros como media noche. Fue un vecino mio quien fue el primero en decir que el agujero le habia hablado, juró ante todos que le habia llamado por su nombre. Nadie le creyó pero eso provocó que los jovenes se acercaran a el a escondidas de los adultos para comprobar todo aquello.

Personalmente nunca he escuchado al agujero emitir sonido alguno, a veces escuchas historias de mascotas perdidas, gatos que desaparecen de sus hogares y ya nunca vuelven. Algunos sospechan de los jovenes que juegan y se reunen junto al agujero, dicen que se roban a los animales que confian en ellos y no opondrán resistencia y luego los arrojan dentro.


viernes, 22 de octubre de 2021

Cassandra y Apolo

 Cuando recuperé mi corazón pensé "¡Que cosa tan pequeña y frágil!"

Me asombró verdaderamente su tamaño y por sobre todo su forma, supongo que lo recordaba diferente. 

No. 

Más bien, aunque intente meterlo en el agujero que había dejado después de perderse me doy cuenta ahora que simplemente no ebona, el corazón que regresó y el que extravie hace años son indudablemente el mismo y el mío, el tacto e incluso el aroma son exactamente iguales, huelen a mi, pero son lo suficientemente diferentes como para diferenciarse uno del otro y dejar en claro que son dos objetos ajenos uno del otro.


domingo, 17 de octubre de 2021

Los ojos, las noches.

 Su voz resuena como estática directamente en el centro de mi cerebro, como masticar bolas de papel aluminio, como si de pronto te brotaran agujas de los glóbulos oculares y tuvieras que aguantarte un estornudo.

Ese ruido, ese indescriptible ruido es interpretado por mi encéfalo como una voz indescifrable, se que la fuente de la voz está cerca apenas fuera de mí campo de visión y hacia mi derecha, con todo, el aire alrededor no vibra, solamente hay el ruido de insectos diurnos y ramas quebrandose bajo el peso de algún animal invisible.

Todo mi instinto, experiencia y sentido común convergen en la misma idea: "No mires, hagas lo que hagas no mires". Mi cuello se vuelve de yeso y siento que incluso si pusiera toda mi fuerza de voluntad en ello nunca más podré moverlo, mucho menos girarlo, el resto de mi cuerpo tiembla pero no se mueve, mi punto de visión está fijo permanentemente en solo lo que tengo delante y me siento agradecido por ello pues de no ser podría voltear aún por accidente o curiosidad y exponerme al horror más absoluto que no puede ser más que la fuente de aquellas visiones y voz.

Siento los dientes como si los tuviera negros y podridos, suaves y perforados por agujas hipodermicas. Siento las extremidades frías y lejanas como si se congelaran y pudieran fragmentarse y romperse. 

 "¡No mires!"

Algo se asoma en mi campo de visión, primero parece un tentáculo, luego una mano con muchísimos dedos, alas. Mis ojos ya no me pertenecen. Mi garganta se siente como si intentará tragar cristales, en mi estómago hay un panal de abejas vivas clavando sus aguijones, mis venas están llenas de ácido de baterías usadas, mis párpados están abiertos y fijados hacia arriba por ganchos para pesca y siento destruirse el espacio entre mis ojos y el cerebro. A mi vista veo un montón de estática sin forma, un espacio vacío donde indudablemente hay algo, una silueta que se traga todas las formas y emite todos los colores a la vez que no emite ninguno, verlo me duele. Siento la necesidad de gritar hasta desgarrarme las cuerdas vocales y ahogarme en mi propia sangre, de llevarme las manos a la cara y arrancarme la piel con las uñas pero mi cuerpo permanece petrificado e inmóvil, inmóvil mientras ello habla con esa voz inentedible directamente al centro de mi cerebro y repta lentamente hacia mí campo de visión. 

Mi corazón late con la intención de salirseme por la boca. Ante mi, la silueta indiscernible de algo que existe pero no debería existir se retuerce de manera grotesca y profana. Siento el líquido de mis ojos convertirse en petróleo, siento la voz haciendo arañazos a los surcos de mi cerebro, siento la voz revolviendo los contenidos de mi cráneo, siento en mi mente surgir conocimientos nuevos, mi cabeza llenándose de información indescriptible en un idioma que es del todo ajeno a lo que es humano, siento el cerebro inflandoseme como un globo más allá de los límites de mi propio cráneo, y todo por la acción de percibirlo. El aire a mi alrededor se ha vuelto áspero al tacto y me doy cuenta que no estoy respirando.

 "¡No mires!" Pero no puedo no mirar, incluso si tuviera el control de mis párpados no podría cerrarlos, incluso de hacerlo podría percibir su presencia, como ahogarse en un estanque, el cerrar los ojos no hace que desaparezca la presencia fría del agua.

"No temas" entiendo por fin a la voz. Pero temo. 

miércoles, 11 de agosto de 2021

El verde es tu color favorito aunque aun no lo sepas.

 En el piso, sobre los muebles y en la misma cama hay prendas de varios tonos de verde. Ella dice que el purpura es su color favorito pero lo único en la habitación de ese color mide lo suficiente para caber en las manos y tiene encima algo de arena. Ambos vivimos cerca de la playa y ella trabaja en el mar por lo que la arena aunque llama la atención y da en que pensar no esta del todo fuera de lugar. 
En sus ojos las señales de una leve fiebre aun se asoman cada tanto como cabecitas curiosas asomándose a través de una ventana intentando no ser vistas.

Sobre sus hombros el peso entero de una cabeza que ahora mismo lleva la carga del mundo y el peso de una docena de cosas mas. La conocí brillante como cristal expuesto al sol, y con esa confianza que es característica inalterable de las veracruzanas como el que no dejan distancia entre uno y te hablan de manera directa sin adornos y tan de cerquita que podrías extender los labios y darles un beso en la frente a medio monologo. 
Me advirtió que su cuarto era un horno y tan relativa como pudiera ser esa descripción esa es una declaración peligrosa, en esas condiciones me asombra que no haya sudado toda la fiebre para estas alturas pero algunas fiebres son bastante resilientes y simplemente hay que esperar a que pasen, así sin poder hacer nada mas que esperar, pensar, asomarse temporalmente al pozo de la locura y gritarle que se largue. 

El horno no me asusta, vivimos en el sur de la península, el calor es una constante, entre estaciones, días, ciclos y lugares; nunca renunciamos a el, solo aprendemos a diferenciarlos y a resignarnos. El calor del sol cocinando el contenido de tu cráneo al mediodía parado en la banqueta, es completamente diferente al mismo sol acariciando tu cuerpo semidesnudo en la playa a la misma hora y el calor de su horno-habitación no es desagradable ahora mismo. El calor es una cosa de percepción, y la percepción es una cosa relativa.

"Fingir demencia no es lo tuyo" me dice. Y en su tono hay cierta molestia. Le digo que soy la epitome de la elegancia y en mi cabeza ella coincide conmigo. La realidad es que lo único purpura de la alcoba es un imán para la vista y la imaginación, el que esté ahí pareciera una invitación o una declaración de guerra de esas que no pueden ser ignoradas. 
Me asomo temporalmente al pozo de la locura e intento gritarle pero ella tiene razón, la demencia no es lo mío, no tengo razones para gritarle. En estas circunstancias mi sonrisa es quizá también una declaración de guerra. 

De su cabeza como la cornamenta de un ciervo salen ramas de un árbol que se extienden aproximadamente unos 45 centímetros. En la primavera esas ramas se llenan de flores y nidos de pájaros de plumajes azules, estos días de verano los colores están más apagados en parte por ese calor agobiante y la fiebre de la que hablaba pero ya se ven los capullos de las flores y los frutos otoñales. 

Aquí aunque las estaciones no existen no dejan de ser metáfora para los ciclos. Al final aunque la cosas se levanten o caigan, florezcan o mueran la verdad es que al final todo termina regresando a su sitio y más o menos en el mismo lugar. Si las cosas no vuelven también está muy bien pero entonces toca acostumbrarse al nuevo estado de las cosas. En el día a día eso no resulta tan obvio pero la inmovilidad y la enfermedad tienden a evidenciar eso y por ello las encontramos particularmente agobiantes, las cosas siguen su rumbo pero lo siguen muy a su ritmo y eso usualmente quiere decir que van lento. Por eso nos páramos y actuamos, nos estiramos y crispamos, retorcemos y madrugamos y nos damos golpecitos en las mejillas frente al espejo; para obrar y acelerarlas, llevarlas a donde nos conviene o queremos o simplemente olvidarnos que todo está exactamente ahí. 

La evidencia de que el verde es tu color favorito son las decenas de prendas por el suelo de ese color que ya has recogido y puesto en su lugar pero que ahora viven permanentemente en mi memoria. 

domingo, 18 de octubre de 2020

Aquí y ahora, cuando me pongo a recordar mi pasión me parece que yo era un ciego que no teme a la oscuridad.

Me desperté poco después de la medianoche, mis horarios suelen estar bastante torcidos a causa del trabajo, pero me desperté sintiéndome bastante fresco y descansado, sin embargo despertar y ver la oscuridad de la noche provoca cierta reacción instintiva, en mi caso hace que me duela un poco la cabeza y que me sienta desorientado un rato que no suele durar mas que uno o dos minutos.

Me levanté de la cama y abrí las cortinas, afuera la luna iluminaba todo con luz azulada y fría en una noche apacible y sin ruido a pesar de que las nubes la cubrían del todo. Me sentí afortunado de estar despierto en medio de todo eso.
Acabé de desperezarme, encendí el ordenador e hice café para bebérmelo en lo que trabajaba.

Llamó mi atención que la bandeja de entrada de mi correo electrónico estuviera vacía, la rutina usual era tener una docena de correos nuevos con la descripción de las tareas del día, cosas a corregir, observaciones, detalles a cambiar por otros, etcétera. Sin esa información cualquier avance seria en vano y un desperdicio completo de trabajo. Comprobé la hora; faltaban quince minutos para la una de la mañana. Tomé el teléfono y llamé a la oficina, sonó las veces necesarias antes de avisarme que la llamada iría al buzón; era normal tomando en cuenta la hora que no hubiera nadie en la oficina, pero  quería ahorrarme problemas y dejar asentado que alguien no había cumplido de su lado para que luego las consecuencias de perder el día no cayesen sobre mi.
De igual forma y solo como medida precautoria, escribí un correo electrónico detallando el inconveniente y la razón por la que seria imposible avanzar sin las notas usuales que habían olvidado enviarme. Termine el correo con un "quedo al pendiente en todo caso en mi horario usual a este correo y al siguiente teléfono: xxx-xxx-xx-xx". Me bebí el resto del café, tomé las llaves y el celular y aproveche la noche para dar un pequeño paseo.

Afuera la luna brillaba con tanta intensidad que su luz parecía comerse todos los sonidos de la calle a pesar de estar oculta tras una capa de nubes que parecían anunciar lluvia, ni siquiera mis pasos sonaban como usualmente lo hacen, en su lugar parecía como si estuviera caminando sobre goma. Caminé algunos cientos de metros hasta un parque cuando mi teléfono empezó a sonar, al principio no reconocí el sonido pues el sonido me llegaba como si estuviera dentro de un recipiente hermético, para cuando lo extraje de mi bolsillo ya había perdido la llamada, el numero en el registro era de la oficina. 
Llamé de vuelta pero nadie respondió, dejé pasar unos minutos en lo que caminaba de vuelta a casa pero no volví a recibir ninguna llamada. 
Regresé a mi hogar y volví a revisar mi correo electrónico. Había un mensaje, el remitente era mi contraparte del trabajo, en el asunto ponía "Hey, observa la luna", además de eso el mensaje estaba en blanco.
Volví a llamar a la oficina y esta vez sonó ocupado. Cuando terminé la llamada me encontré con que tenia un mensaje en el buzón de voz de mi celular. La voz era de mi compañero del trabajo; 
"Hey, observa la luna" decía hacia mi, y se cortaba.
En su voz no había nada particular, sonaba como siempre incluso monótona, si aquello era una broma parecía evidente que ni siquiera el la encontraba graciosa.
Aquello empezaba a volverse frustrante. La noche seguía avanzando y no recibía ninguna respuesta concreta sobre que se suponía que tenia que hacer. Llamé de nuevo a la oficina una decena de veces mas pero en esta ocasión no conectó ni siquiera con el buzón de voz.

Me serví un vaso de agua y me asomé por la ventana hacia la luna pero afuera seguía nublado, aunque la fuerza de su luz era evidente en las calles, la luna seguía cubierta por una capa de nubes que aunque ahora mas delgada y tenue bastaba como para seguirla cubriendo del todo.

La jaqueca con la que me había despertado no cedía sino que por el contrario la notaba agudizarse. Cerré los ojos y me froté las sienes con las yemas de los dedos, eso solía ayudar pero en el silencio de la noche notaba en los oídos un silbido como el de una tetera hirviendo en la estufa puesta en algún lugar de la habitación,
Empezó a dolerme la mandíbula y me di cuenta que había estado apretando los dientes todo el tiempo que llevaba esperando desde que había escuchado el buzón de voz.
"Hey, observa la luna"
Aquello no tenia sentido, ¿Cuál era el propósito de mandar algo así sin mayor explicación? Lo justo seria exigir explicaciones, aquello nos podría costar el empleo a ambos pero sabia que no habría beneficio en llamarle de nuevo, sabia que simplemente no iban a contestar, si era una broma estaban dispuestos a seguir hasta el final para meterme en apuros.

El sonido de mi móvil sacudió un poco el pesado silencio.
Desde el bolsillo de mi pantalón aquello sonaba de nuevo como si estuviese encerrado en un recipiente hermético.
Aquello fue una larga cadena de sonidos, la familiar alarma de mi teléfono celular empezaba a sonar y se cortaba solo para volver a empezar de nuevo una y otra y otra vez. Lo tomé y comprobé la pantalla. Uno a uno llegaban mensajes de texto, uno tras otro tras otro. Llegaban haciendo sonar la alarma del teléfono y antes de dejarle terminar llegaba otro que la hacia iniciar de nuevo.
Los mensajes llegaban de varios remitentes.
Mi hermano, mi madre, mi vecino, varios compañeros de trabajo, mi jefe directo, incluso algunas amistades de infancia que tenia años sin ver me habían escrito. Todos los mensajes decían lo mismo.
"Hey, observa la luna" No había terminado de comprobar la lista cada vez mas vasta de mensajes recibidos cuando empecé a recibir llamadas.
"Hey, observa la luna" Dijo mi padre cuando respondí su llamada, la voz de mi padre, que no había escuchado en dos o tres años sonaba exactamente como la recordaba, sin ningún cambio o inflexión, monótona incluso.
"Hey, observa la luna" Dijo la siguiente persona a la que le respondí y cortó antes de darme tiempo de preguntarle el significado de todo aquello.
Dejé de responder las llamadas y apagué el teléfono.
Me temblaban las manos.

Desde donde estaba podía ver una porción del cielo que mostraba una capa de nubes cada vez mas delgada y difuminada, conforme las nubes avanzaban y desaparecían el brillo de la luna se hacía mas y mas intenso. 
La calle quedaba iluminada de tal forma que podía distinguir claramente las formas de los objetos a través de mi ventana.
En el patio de sus casas, mis vecinos de pie observaban hacia el cielo, los veía con tanta claridad a causa de la luz que pude notar que tenían los ojos y las bocas abiertas en espantoso asombro. 

El brillo de la luz se hacia mas intenso conforme las nubes se disiparon, tanto, que creí que se había hecho de día de pronto, excepto que la luz seguía siendo aquella cosa fría y azulada. 
Un ruido de fuera llamó mi atención. Mis vecinos habían colapsado en el suelo y se retorcían. Desde la ventana con la nueva luz pude ver que, de hecho reían. Reían y se revolcaban en el suelo. Algo les causaba muchísima gracia.
Aquello me asustó aun mas, pero cuando subí la vista al cielo, Ahí estaba la luna, o lo que parecía serlo. Se había movido a través del cielo buscándome sin que yo la viera y ahora me encaraba en mi ventana.
La luna me sonrió. 
Y yo aunque no quería hacerlo le sonreí de vuelta.

sábado, 3 de octubre de 2020

Si tuviera los paños bordados del cielo, bordados con luces doradas y plateadas .

 Son poco mas de las 11 de la mañana, afuera hay un clima espantoso y puedo escuchar el ruido del viento corriendo entre las paredes y las ramas de los arboles cercanos. Ayer tuve uno de esos días largos y una noche por lo demás horrenda de esas donde das vueltas en la cama agotado pero incapaz de conciliar el sueño, girando y girando entre las sabanas teniendo una hilera interminable de pensamientos espontáneos como si la cabeza misma o por lo menos el contenido de esta fuera una criatura independiente y ajena a ti que se rehúsa a seguir tu deseos u ordenes. 

A veces me cuestiono sobre si realmente duermo o si simplemente me desmayo por el agotamiento que me provoca el perseguir mi mente e intentar mantenerla quieta a lo largo del día pues pareciera que incluso las noche que logro conciliar el sueño y dormir las supuestas 8 horas que debería me sirven poco o nada de descanso. Mi cuerpo se mantiene en un estado constante de agotamiento y empiezo a sentirme cada vez mas incapaz de mantener el ritmo que las carreras que hace mi mente me exige.

Estaba aun en cama en el estado mental de justo después de despertar, ajustando los ojos a la realidad cuando escuché a alguien pronunciar mi nombre seguido de 4 golpes rápidos y poderosos a la puerta. Aquello me hizo incorporarme de un salto y pasar de todo sopor a un estado de alerta inmediatamente pues la fuente de aquel golpeteo y llamado era la puerta del armario junto a la cama. Como no emití respuesta de nuevo se repitió aquello; de nuevo esa voz llamando mi nombre y los mismos 4 golpes a la puerta.
El armario es un mueble sencillo de madera blanca, cuando lo compré de segunda mano me dije que definitivamente había visto mejores años pero con todo, estaba en buen estado y era del todo funcional, llevo con el ya un par de años y llevo algunos meses diciéndome que es hora de pasarle una nueva capa de pintura. Con todo, la puerta del armario es delgada y solo se mantiene fija por la acción de un par de imanes que evitan que la puerta se abra ante la mínima brisa. El que aparentemente pudieran soportar la fuerza de aquel golpeteo era en si mismo una cosa del todo extraña.

De nuevo cómo no emití respuesta ni hice ruido alguno aquella voz llamo de nuevo mi nombre, esta vez sonaba desesperada, y a ello le acompañaron de nuevo una serie de golpeteos, esta vez parecía que golpeaban a la puerta con ambos puños cerrados. A pesar de ello, la puerta ni se movió.

Me quedé observando con los ojos abiertos como platos hasta que empezó a dolerme la cabeza, conforme pasó el tiempo y fui adquiriendo valor poco a poco empecé a acercarme al armario, hasta que puse mi mano sobre el. Lo primero que comprobé fue que no hubiera cambios en el, a simple vista parecía el mismo armario de siempre, viejo, algo despintado, pero funcional y entero junto a la pared. La respuesta mas evidente era que seguramente hubiera estado aun medio dormido cuando creí escuchar todo aquello, sin duda mi mente revoloteante aun aferrándose a algún sueño que no pudiera recordar. La forma mas simple de comprobar todo aquello seria abriendo la puerta y confirmar que todo seguía exactamente igual a como lo ha estado siempre.

Pero a pesar de tener ambas manos apoyadas sobre el armario, no me atreví a hacerlo. La idea de abrir la puerta me provocaba una sensación parecida a la que se tiene cuando nadando en aguas tibias te encuentras de pronto con una corriente de agua helada recorriéndote los pies, una sensación física como si intentara juntar dos imanes de polos iguales, un instinto primario que me susurraba desde algún rincón del cráneo "aléjate".
Así que me aleje.

Cuando regresé a mi alcoba mas tarde lo primero que noté fue una hoja de papel naranja pasada por debajo de la puerta del armario y cuidadosamente doblada. Me acerqué ignorando la voz del fondo del cráneo que de nuevo me decía "aléjate, aléjate" y la tomé. Al desdoblarla me llegó un aroma extraño, algo que no había olido jamás, un aroma como a humedad, azufre, cascaras cítricas y sal. El olor me hacia sentir en estupor como haber entrado en una alcoba plagada de inciensos sagrados. En la hoja desdoblada escrita con tinta dorada las dos silabas que forman mi nombre.

<Ábreme>  Escuché a la voz decirme desde la puerta del armario. Sentía que junto con la voz, el olor de la hoja naranja se acrecentaba y empezaba a marearme.
<Ábreme> Decía aquello, y pronunciaba mi nombre. <Se que me escuchas> <Ábreme>, la voz sonaba tranquila, como quien dialoga con un niño pequeño. 
<Ábreme> <Ábreme> y de nuevo los golpeteos en la puerta que ni siquiera temblaba al recibir el embate de aquello que yo me imaginaba serian puños grandes y duros como rocas.
<Ábreme>
Y abrí.

Abrí sintiendo que todo aquello, el aroma de la hoja naranja, el sonido del martillar de los puños y la misma voz se me pegaban y entraban a mi cuerpo, por la nariz, por los ojos, por la garganta por los agujeros en las orejas, todo aquello se me metía y me pudría lentamente, dejando manchas que ya no podría quitarme. Abrí la puerta del armario para convencerme.
Pero al abrirlo en primer instancia creí no ver nada, me pareció inmediatamente extraño pues no estaban mis camisas ni chaquetas, tampoco los ganchos ni ninguna de mis pertenencias, solamente la oscuridad como si en vez del armario hubiera abierto la ventana hacia la noche. Incluso me pareció ver estrellas, estrellas llamativamente doradas revoloteando en la negrura ante mi, la oscuridad se movía lentamente.
<Dios mío> Pensé <No son estrellas, son ojos>. Cientos, miles de ojos me miraban de todos lados todos pertenecientes a esa negrura informe que ahora salía riendo del armario y empezaba a colarse y a llenar lentamente mi alcoba, como si el hecho de abrirle significase una invitación.
La risa no cesaba, ya no oía el golpeteo en la puerta, solamente la risa proveniente de cada vez mas lugares distintos a mi alrededor, de las paredes, del techo, desde la cama, desde dentro del mismo armario conforme la masa de negrura salía y llenaba todo a mi alrededor y los miles de ojos amarillos y brillantes que había confundido con estrellas me miraban de todas direcciones.
Mis piernas me fallaron presas del pánico y fui a dar la suelo cubierto por la masa negra, la encontré extrañamente apacible, tibia al tacto y suave al impacto.
Cerré los ojos escuchando esa risa que solo se cortaba para decirme mi nombre. Y en algún punto, me quedé dormido.

viernes, 2 de octubre de 2020

Una vasta y radiante playa y una luna fria de joyas, parejas desnudas corren por sus silenciosos costados y nosotros reimos como suaves dementes.

 Compartimos las ganas de echarnos a la alfombra y escuchar música mirando el techo. En el techo hay estrellas fosforescentes pegadas en patrones aleatorios, cubren toda la zona de la sala y junto con ellas hay foquitos de colores como de navidad prendiendo y apagando a intervalos colgadas de las paredes. Es el tipo de cosas que solo puedes apreciar de noche, durante el día hay demasiada luz y calor.

La voz que suena desde las bocinas parece que mas que cantar recita poesía. Cuando hago la observación ella explica que de cierta forma lo esta haciendo y que es la ultima canción que escribió antes de morir. No es una canción triste, con solo escuchar aquello puede saberse que la muerte lo agarro desprevenido y sin advertencias, cuando escribió eso estaba aun muy lleno de vida, no canta como un moribundo o alguien a punto de suicidarse, sino como alguien que lo entiende todo.

En mis piernas hay un gato marrón y con rayas, le gusta la compañía pero no le gusta que lo toquen. En las piernas de ella hay otro de menor tamaño, gris y con rayas negras que es mucho mas dócil y cuya opinión sobre las caricias difiere completamente con la del gato marrón. En las ventanas no hacen ruido pero pequeños ojos nos observan, como soy un extraño el resto de los gatos no se acercan a la sala.

Mis ojos se cierran por el cansancio pero estoy demasiado excitado como para quedarme dormido, en la oscuridad una mano busca la mía y la encuentra; no la toma inmediatamente pero acaricia cada uno de mis dedos. Me incorporo haciendo saltar al gato café y giro mi cuerpo hacia ella, sobre su piel las luces de colores que prenden y apagan hacen que sus labios húmedos brillen invitantes. Vuelvo a cerrar los ojos y la beso.

martes, 29 de septiembre de 2020

Luminosa naranja haces crecer las nubes en mi mente.

 Decir que habíamos decidido ir a aquel lugar seria una mentira, yo no decidí nada, simplemente me deje arrastrar, convencer por promesas de aquel contacto físico que tan pocas veces había disfrutado en mi vida y por el miedo a dejar de parecerle interesante (porque yo antes era ese tipo de persona).

La chica en cuestión era una de aquellas veinteañeras cuyos disfraces superan rara vez los 8 gramos. Usaba una minifalda negra, un top negro al que le había hecho unos cortes con tijeras y unos colmillos de plástico completaban el atuendo que debía hacerla pasar por una vampira. Si yo no fuera un hombre con un pobre criterio inducido por las hormonas posiblemente miraría aquel pobre y simple esfuerzo y me reiría, pero teniendo como tenía el criterio controlado por dos pelotas probablemente azules y casi vírgenes aquello me pareció sensual.

Yo no llevaba disfraz, había ido al bar a beber y nada más. No me interesaba Halloween, no me interesaban los dulces, me interesaban las chicas en disfraces diminutos claro, pero no me interesaba hacerles conversación, al menos no estando sobrio, en mi experiencia anterior hablarle sobrio a una chica había tenido siempre fatales consecuencias, ebrio tampoco conseguía nada pero el alcohol hacia que no me importara.

Estaba en ello, pasándome el tercer vaso de vodka, cuando se me acercó esta chica con el disfraz de vampira. Ahora que lo pienso nunca supe su nombre, quizás hubiera sido buena idea preguntarle pero no lo hice y ahora posiblemente nunca vuelva a verla, llamémosla “Mandy” por mientras.
Mandy se me acercó e hizo la única pregunta válida que una desconocida le puede hacer a un desconocido dada las circunstancias
-¿Tu de que vienes disfrazado?
Apuré el vodka que junto con los otros ya me había dado valor y sabiendo que probablemente sería mi única oportunidad en toda la noche me apresure a mirarme de arriba a abajo intentando inventar alguna respuesta que me hiciera parecer interesante.
-Pues –Empecé a decir – Yo vengo disfrazado –Madre mía, sabía que al pronunciar lo único que se me había ocurrido me arrepentiría inmediatamente de haber dicho algo tan estúpido pero lo dije de todas maneras. –Yo vengo disfrazado del hombre de tus sueños.
Aquello le hizo muchísima gracia, no fue una risa cruel o burlona, sino una auténtica risa de esas que te hacen saber que vas por buen camino, su risa olía a mucha cerveza barata y shots de tequila. Conversamos unos 10 minutos y en algún punto me invitó afuera.
Pagué la cuenta de lo que nos habíamos bebido y salimos tomados del brazo como dos enamorados aun sabiendo que solo éramos dos desconocidos que sabían muy bien hacia donde llevaba todo aquello.
Tomamos un taxi y le pedimos que nos llevara a algún hotel cercano que resultó estar a cuadra y media del bar donde estábamos lo cual convirtió el taxi en un gasto inútil.
Entramos a recepción y pedimos una habitación, era uno de esos hoteles 24 horas que tienen tarifas por hora, afortunadamente estaban en promoción, la habitación sería nuestra por las próximas 3 horas tiempo suficiente para hacer nuestros asuntos y salir de nuevo a la noche, antes de cualquier señal de arrepentimiento, a seguir bebiendo hasta que uno se cree que sabe bailar.

Nada más entrar a la habitación Mandy me echó de espaldas sobre la cama, yo para entonces tenía una erección tan grande que de haber caído boca abajo sobre la cama seguramente le hubiese hecho un agujero. Mandy se echó sobre mí besándome fogosamente, mis manos agradecieron esta oportunidad y aprovecharon para abalanzarse sobre las nalgas que su minifalda apenas cubrían en esa posición. La senté sobre mi y la despoje del top revelando dos pechos de buen tamaño que hasta entonces habían estado apretados bajo el “disfraz” de Mandy, no tuve que despojarla del bra pues ella lo hizo por mi liberando por completo sus pechos, los caballeros no tienen memoria pero desgraciadamente yo no soy ningún caballero; tenía ambos pezones perforados, cosa que solo había visto antes en fotografías. Mandy movía las caderas sobre mí, rozando mi erección aún atrapada dentro de mi pantalón con su vulva aun inconvenientemente atrapada bajo su ropa interior, con cada vaivén, a cada movimiento sus pechos se balanceaban ligeramente lo que los volvía aún más invitantes; para cuando me di cuenta ya tenia mi cabeza hundida en ellos y mi boca jugueteaba con sus pezones perforados. En esa posición mi erección se clavaba aún mas en su entrepierna lo que volvía al deseo aún mas insoportable, decidí desquitarme mordisqueando con más fuerza sus pezones a lo que ella reaccionaba moviendo más rápido sus caderas como si quisiera hacerme venir dentro de mi pantalón.

La tomé de la cintura y la arrojé sobre la cama, esta vez era ella quien quedaba acostada boca arriba.
Metí mis manos bajo su minifalda y tome sus calzones dispuesto a arrancarlos de una buena vez pero me detuvo antes de que pudiera hacerlo, se incorporó sobre la cama y con una mano experta sin media palabra desabrocho mi cinturón y se deshizo del botón y cierre del pantalón como quien desarma un arma de fuego. Mi erección había construido una casa de campaña bajo mis calzoncillos y Mandy ni lenta ni perezosa quitó la carpa de esa tienda dejando al descubierto la base de la construcción. Lo que siguió a continuación fue una mamada que era mitad venganza por haberle mordido los pezones anteriormente; se la metía hasta donde le cabía en la boca y trazaba círculos con la lengua, a veces usaba los dientes haciéndome un poco de delicioso daño, aquello era la gloria, mientras echaba rienda suelta a su boca en mi miembro yo me entretenía acariciándole el cabello y los pechos.
Cuando sentía que me faltaba poco para terminar y estaba en la cúspide de la gloria, se la sacó de la boca tomó su top y disculpándose me pidió unos minutos para ir al baño.

Aquello fue una putada, pero entiendo que a veces las chicas hacen eso. Mandy se metió al baño y cerró con llave, posiblemente tenía que revisar algunos asuntos respecto a higiene femenina o que se yo, los hombres no entendemos de esas cosas y cuando pretendemos hacerlo solamente quedamos como unos estúpidos.
El tiempo pasó, y Mandy no salía del baño. “Quizás toma una ducha“ pensé para mí. Mientras esperaba encendí el televisor de la habitación, me sorprendió no encontrarme con una película porno como primera opción, en su lugar estaban pasando un documental sobre la savana africana.
-En la savana africana – Decía el presentador – durante la época de sequía todos los animales salvajes se reúnen en las fuentes de agua y como por mutuo acuerdo no se atacan entre ellos por lo que es normal ver a depredador y presa bebiendo juntos –Aquí hacía una pausa dramática – Aunque no por ello dejan de ser relaciones ocasionalmente fatales. Y en este punto se veía un clip en el que un león se abalanzaba sobre una cebra.

Pasó el tiempo de esta manera hasta que alguien llamó a la puerta. El ruido me sobresaltó, el televisor seguía encendido y ahora mismo estaban pasando un programa sobre un sujeto que educaba iguanas mascota “el encantador de iguanas” o algo así, aparentemente me había quedado dormido. Me levanté de la cama, me subí el pantalón y abrí la puerta, el dueño del hotelucho había subido a avisarnos que teníamos que desocupar la habitación porque el tiempo se había terminado.
Medio aturdido aún por despertar de pronto, llame a la puerta del baño, asumí que Mandy se había quedado dormida junto al retrete o algo. Después de llamar por octava vez gire el pomo y entré al baño. Estaba vacío. Mi primera reacción fue tantearme por todas partes para comprobar que no me faltaran las llaves, el celular o la cartera o los riñones, pero todo estaba en orden.
Baje a recepción y pregunté si habían visto bajar a la chica que me había acompañado.
El dueño del hotel me miró con la cara de alguien que ve a un ebrio asqueroso.
-Usted llegó solo.
Aquello me parecía estúpido. Intente describir a Mandy para intentar refrescarle la memoria pero el dueño insistió con aquello de que había llegado solo.
Salí del hotel, y tomé el primer taxi que pasó por ahí, le pedí que me llevara a casa, cuando me baje y me acerque a la ventanilla para pagar vi que era el mismo conductor de la noche anterior, mientras sacaba uno de los billetes le pregunté si me recordaba, le dije que era el sujeto que le había pagado para llevarlo cuadra y media más allá, el conductor no tuvo que hacer memoria, nada más reconocerme emitió una carcajada que sonó como una mezcla de burla y lastima. Le pregunté si recordaba a la chica que me acompañó la noche anterior pero me respondió lo mismo que el dueño del hotel
-Usted se subió solo.
Esta vez ni siquiera intente describirla, estaba algo crudo y aturdido por lo que no me apetecía intentar llegar a ningún lado discutiendo pague el importe y entre a mi casa. Entre al baño y empecé a desvestirme, tan pronto quede desnudo vi que sobre mi miembro aún quedaban las marcas de las mordidas que me Mandy me había propinado anoche.
Me mire al espejo, y sin saber que otra cosa hacer vomite en el lavabo el alcohol de anoche, me duché y caí dormido en mi cama.

No soñé nada.

lunes, 6 de abril de 2020

El búho azul IV

Como imaginaba la búsqueda a pie del lugar de la foto había sido del todo infructuosa pero de regreso a mi hogar pasé por el supermercado por lo que regrese cargado de bolsas de plástico con comida para toda la semana.
El reloj marcaba pocos minutos antes de las nueve de la noche. Había estado fuera poco mas de 3 horas y ahora el departamento estaba carente de toda luz natural por lo que encendí las luces y me metí a la cocina para acomodar las cosas dentro del refrigerador.

Estaba metiendo las verduras en el cajón que les corresponde cuando escuché cuatro fuertes golpes provenientes del congelador.
<Toc, toc, toc, toc>
Cerré el cajón y abrí la puerta del congelador, dentro estaba, con el cuerpo doblado como un contorsionista el sujeto de la caja, la manera en que su cuerpo rellenaba el pequeño espacio del congelador me recordó a la forma en la que el cuerpo de los caracoles llenan sus conchas en espiral.
El sujeto de la caja debía medir poco mas de un metro y setenta y cinco centímetros, no era especialmente alto pero era delgado en extremo lo que le brindaba el aspecto de un espantapájaros, sobre su cabeza una caja de cartón común y corriente con el logotipo de una empacadora de manzanas rojas le cubría completamente el rostro por lo que salvo unos cabellos negros y largos que sobresalían de esta era imposible discernir sus facciones.
-¿Puedo entrar? - Me preguntó de inmediato.
Lo observe un par de segundos mas antes de asentir con la cabeza e invitarlo a pasar con un gesto de la mano, había guardado un par de filetes en el congelador y me preguntaba si seguirían ahí.
El sujeto de la caja dejó caer su cuerpo al suelo lanzándose hacia delante y se levantó como lo haría una serpiente. Al moverse de esa forma daba la impresión de ser mucho mas alto de lo que realmente era.
-¿Me traes las pastillas?
El sujeto de la caja asintió, extrajo de su bolsillo derecho un puñado de pastillas de varios colores y las depositó sobre la barra de la cocina, las separó por color e hizo lo mismo con las pastillas del bolsillo izquierdo.
-Recuerdame de cuales querías por favor. - La voz del sujeto de la caja tenia algo que me hacia odiarla, no era una voz desagradable de ninguna manera, simplemente había algo en su forma de pronunciar, algo en su tono que me hacia odiarla. Un odio que acababa dirigiendo hacia su dueño y me hacia perder la compostura.
-Verdes. -dije seco.
-Verdes - Repitió el sujeto de la caja. - Tengo 6 verdes ahora mismo.
-Había pedido por lo menos 10.
-Ya - Aquello significaba que no iba a conseguir mas de el.
Tomé las pastillas y las puse en mi frasco después de quitarles las pelusas del bolsillo del sujeto de la caja.
Cuando me di la vuelta para encararlo de nuevo este ya se estaba metiendo de vuelta al congelador y cerraba la puerta tras de si.
Esperé unos segundos y abrí el congelador. Estaba vació, ni siquiera estaban mis filetes.

Tomar alguna de la pastillas verdes a esta altura resultaría un desperdicio y no me apetecía hablar con el suplente del santo patrón de la causas perdidas, así que guarde el frasco, me di un baño a consciencia y me metí a la cama, en la mesita de noche estaban las únicas pistas que poseía de momento y ninguna me decía demasiado en realidad, una pluma azul corta como de dos pulgadas de largo color azul brillante, tan brillante que los finos pelos que le componían parecían hechos de luz. Junto a la pluma la corcholata  oxidada de un refresco de guayaba y por supuesto, la fotografía.
Ninguna de esas cosas tenia sentido por si misma y aun así todas apuntaban a un solo sujeto: El búho azul.
Si lograba atraparlo el pato gris seguiría poco después, podría salir de deudas y retirarme si me daba la gana.
Di media vuelta sobre la cama, me cubrí hasta la cabeza con el cobertor, y eventualmente empece a quedarme dormido.

Cuando me desperté al día siguiente lo primero que hice fue fijarme de nuevo en el congelador con la esperanza de que mis filetes hubieran reaparecido pero no fue el caso.

lunes, 30 de marzo de 2020

El búho azul III

Tomé la carpeta que me ofrecía el suplente del santo patrón de las causas perdidas y la abrí, en su interior solamente había una fotografía, cuando Sroka Zwyczajna te daba una pista solía ser poco claro pero nunca había llegado a tales extremos.
El suplente carraspeó un poco.
-Solamente estábamos preparados para que preguntara por el búho azul, el que haya pedido información de pronto por el pato gris nos agarra por sorpresa, de momento es todo lo que le podemos ofrecer. - Dijo el suplente del santo patrón mientras se rascaba las sienes.
Miré nuevamente la fotografía, era una foto tomada desde el interior de una ventana que daba a un patio donde una solitaria maceta de color blanco y azul sustentaba una planta de piña que apenas empezaba a ofrecer su fruto. Mientras la observaba supuse que debía encontrar la casa a la que pertenecía aquel patio pero en la ciudad debía haber por lo menos unas 100 000 viviendas sin contar aquellas que se encontraban en fase de construcción, además no había manera de saber el año en el que la fotografía había sido tomada, podría ser que la planta de piña ya hubiese muerto o que el patio ya no existiera o a estas alturas fuera ya irreconocible del todo, o incluso en el peor de los casos, podría pertenecer a una casa que aun no hubiera sido construida.
-De momento es todo lo que podemos ofrecerle. -Dijo el suplente adivinando mi frustración. -Si se nos ocurre algo mas le llamaremos, si se le ocurre algo mas llámenos. Como sea, gracias por su visita y preferencia.
Aquello ultimo quería decir que ya era mi hora de irme, así que tome la foto la guarde en mi bolsillo tras doblarla y deje la carpeta vacía en el escritorio.

Me desperté en mi cama un poco adolorido por la posición incomoda en la que me había dormido, tan pronto me incorporé lo primero que hice fue comprobar el frasco de las pastillas, me quedaban dos verdes lo que significaba que si quería encontrar al búho azul y al pato gris necesitaba levantarme y hacer una llamada.
Marqué el numero que de memoria y aguarde a la grabación que me recordaba que el costo de 27 pesos por minuto mas impuestos iba a ser cargado a mi recibo telefónico bajo el concepto de "servicios varios".
-Hola lindura - La voz de mujer del otro lado de la linea hablaba despacio, casi susurrando y arrastrando levemente las silabas, daba la impresión que intentaba sonar melosa o sexy pero aunque no sonaba desagradable no conseguía el efecto deseado. -¿Quieres oírme decirte lo que me gustaría que me hagas? ¿hummm? ¿Quiere que te describa a detalle lo que estoy haciendo? ¿Qué quieres hacer travieso?
-Quiero hablar con Dios, ¿Puedes transferirme con el? - Del otro lado de la linea se hizo un silencio helado, pasó casi un minuto durante el cual no despegue mi oreja del teléfono atento a cualquier cambio en la linea, aquello no era mas que un intento por alargar la llamada y poder cobrar sus tarifas por minuto.
-Ya te transfiero con el, espera un segundo - Sonó un poco de estática del otro lado de la linea pero nada fuera de lo ordinario -Hey, cuando termines de hablar con Él, si aun quieres hablar conmigo te estaré esperando - Dijo la voz femenina e inmediatamente después escuche la voz de Dios del otro lado de linea.
-¿En que puedo ayudarte hijo?
-Dios, necesito pastillas
-Lo se, hijo - Dijo Dios - Pero antes, es mi obligación informarle que la siguiente llamada puede ser grabada y/o  monitoreada para fines de mejoramiento en nuestra calidad de atención al cliente, ¿Quieres amarillas, azules o rojas, hijo?
-Verdes - respondí - Por lo menos unas 10.
-Te saldrá caro, hijo.
-Siempre lo es - Respondí como queja. En  todo el tiempo que había sido cliente nunca califique para un descuento aunque había un rumor de que a veces los concedían.
-La cantidad se te cobrara directamente a tu recibo telefónico bajo el concepto de Servicios médicos del sur. ¿Aceptas el cargo, hijo?
-Acepto - Respondí.
-Entonces enviare al sujeto de la caja cuanto antes a entregar tu pedido, ahora hijo, oremos cuando termine la oración te transferiré de vuelta con Martha en la linea; padre nuestro que estas en el cielo...
-Gracias - Dije -y corte la llamada.
Todo aquello me daba dolor de cabeza y terminaba costando una fortuna.

Comí algo ligero y me vestí para salir.
Estaba dispuesto a intentar dar con el domicilio de la fotografía aun a sabiendas de que posiblemente no lo encontraría pero tampoco me apetecía quedarme en casa y aquella era una buena excusa para dar un paseo.

martes, 24 de marzo de 2020

El buho azul II

La recepcionista del lugar, me hizo callar con un gesto justo cuando estaba por decirle mi nombre y me indico con un dedo que caminara por el pasillo a su derecha y tocase la puerta.
Sobre la puerta, en una placa dorada decía:
Sroka Zwyczajna 
Santo patron de las causas perdidas

Llamé seis o siete veces a la puerta pero no hubo respuesta. Desde su pequeño escritorio, la recepcionista se limitaba a seguir mis movimientos de manera atenta, sin apartar mis ojos de ella tome la perilla con una mano y empece a girarla lentamente esperando en parte que la recepcionista se opusiera a ello de alguna manera o me mirase a modo de regaño por abrirla sin que me hubieran invitado a pasar, pero la recepcionista ni siquiera parpadeó ni hizo algún otro gesto. Cuando hube abierto la puerta por completo volvió a sus actividades y dejo de prestarme atención.

El interior del despacho estaba tapizado con una alfombra verde botella muy vieja pero limpia y las paredes estaban pintadas de azul cielo. El despacho era bastante pequeño y tenia en el centro un escritorio cuyas dimensiones hacían imposible pensar que pudiera haber entrado por la misma puerta que yo había cruzado apenas unos instantes antes, frente al escritorio había una silla de plástico de esas que tienen el color y el logotipo de una marca de refresco y tras de si se encontraba sentado un sujeto de unos 165 centímetros de alto, cabello chino muy esponjado y por debajo de un par de cejas muy pobladas dos cuencas de ojos hundidas en el cráneo, en las mejillas cicatrices de acné y una especie de cicatriz similar a un agujero en la izquierda.
-¿Señor Zwyczajna? -Pregunté.
-No, no, ni hablar -Respondió el - El señor Zwyczajna esta de vacaciones pero me pidió a mi personalmente que lo reemplazara mientras tanto. ¿En que le puedo servir? ¿Señor?
-Pernas - Respondí mientras pensaba si no seria mejor idea aguardar a que el Santo patrón de las causas perdidas regresara de sus vacaciones.
-Se lo que esta pensando señor Pernas, y le aseguro que todo esta bajo control. -Dijo mientras extraía de uno de los cajones de su escritorio una carpeta con mi nombre completo y un numero serial. -Esta buscando al buho azul ¿No es así?
-Y al pato gris - Respondí yo.

domingo, 22 de marzo de 2020

Resplandor crepuscular.

Hay una mano tibia sobre mi mano relativamente fría, por alguna razón mi temperatura corporal se mantiene por debajo últimamente pero esa diferencia en temperaturas hace que esta mano sobre mi mano se sienta bien, particularmente bien.
El aire huele a vainilla, a la vainilla de las velas encendidas (algunas de ellas solamente en mi consciencia) y a la vainilla de su propio perfume, le hago saber que su elección en aroma hará que recordarla me sea muy fácil, mi propia alcoba ahora mismo a mas de 2000 kilómetros de distancia tiene velas con esa mismo fragancia; y sonríe.
Esa sonrisa me hace quererla aun mas.

En consecuencia,
yo también sonrío.

Quiero abrazarla pero temo quedarme dormido,
 al final la abrazo de todos modos.

domingo, 28 de enero de 2018

Dos mil dieciseis.

Minete se dedica a morderme la frente, lo digo de la manera mas literal posible, tengo ahora mismo la marca inconfundible de sus dientes en la barbilla, los dedos de mi mano y ahora también en la frente.
Mientras lo hace cuenta con sus manos cosas que nunca he acabado de entender. Cuando Minete me muerde me muestra sin quererlo una faceta suya que no me ha enseñado las suficientes veces como para acostumbrarme a ella. La Minete que me muerde cariñosamente hasta sacarme sangre es alguien con la guardia completamente abajo, podría tomarla de los hombros y empujarla hasta hacerla caer y ponerme encima de ella sin ningún esfuerzo, podría decirle algo indebido y hacerle daño, podría verla llorar, pero ahora que la veo reír sencillamente no me atrevo a moverme.
No siento nada particularmente fuerte por Minet, no es que no la quiera pero definitivamente no estoy enamorado de ella. No es que no la encuentre atractiva pero no me siento particularmente atraído sexualmente hacia su persona.
Ella ha sido siempre este gran muro de hierro en la lejanía, una montaña que a fuerza de la costumbre de contemplar de lejos he terminado por sacar de toda posibilidad y mas bien la he fijado como un elemento eterno del paisaje, en mi cabeza le he puesto tantas veces los atributos del hielo y el acero que la Minet tibia y risueña que me muerde no se siente como la Minet real.
Se siente como una farsa temporal y al ser falso y efímero carece de todo significado y de toda importancia.

Temo ademas que si me muevo o digo lo que sea, la farsa donde ahora estamos se rompa como hielo delgado y ambos caigamos sobre la realidad. Se siente falso, pero eso no quiere decir que no se sienta bien.

sábado, 16 de enero de 2016

Cierta chica

Para intentar ser una persona a la que pueda admirar y poderme sentir frustrado cada día que pase sin lograrlo.

Llevo puesto un grueso abrigo color rojo, a mi en los personal me gusta mas el gris o el negro pero el rojo es especialmente útil si te caes al agua helada o te pierdes en la nieve y un equipo de rescate tiene que encontrarte en los próximos minutos antes de que te congeles. Morir congelado me parece una forma medio absurda de morir.
A mi derecha esta un sujeto cuyo verdadero nombre me resulta impronunciable, sin embargo, ha dicho que puedo llamarlo Ka ya que todos lo llaman así de todos modos.
Ka lleva un abrigo color verde fosforescente lo cual es especialmente útil en caso de que se perdiera entre el hielo por la noche y los rescatistas llevaran consigo linternas halógenas. A Ka la idea de morir congelado le parece mucho menos absurda.
Ka viaja a la Antartida para ver y fotografiar a los pingüinos.
Yo voy a la Antartida para encontrarme con cierta chica, y si me sobra tiempo; a fotografiar algunos pinguinos también.

Cierta chica posiblemente lleve un abrigo azul o no lleve ningun abrigo en lo absoluto, nunca ha sido de las que se quejan con el frío,  por ende nunca pude usar aquello como excusa para abrazarla y acercarla a mi cuerpo u ofrecerle mi chamarra es un despliegue de caballerosidad. Ella nunca me lo dejo tan fácil.
Tampoco le molestaba el pisar charcos de agua, abrirse la puerta del automóvil o abrirse los frascos de mostaza. Me encantaba su independencia pero todo aquello me hacía sentir bastante inútil.

El planeta es un disco y antes de llegar al continente congelado nos caeremos por el borde hacia el infinito, pensaba.
Hablar con mi padre me deprime.
Ka no habla demasiado, pero eso me agrada, nunca he sido bueno hablando con las personas y honestamente me siento incapaz de seguirle la conversación a un desconocido, no creo tener en mi temas interesantes o llamativos con los cuales acaparar la atención de la gente, mis hobbies por ejemplo son cosas tan ordinarias como leer, oir música o caminar por entre la naturaleza. Por eso es tan importante cierta chica, ella es sin querer sonar demasiado pusilánime aquello interesante en mi vida. En ese sentido somos diametralmente opuestos porque yo soy una persona de lo mas comun, aburrida incluso, a ella en cambio tratarla de persona suena a ofensa, cierta chica es en si misma una fuerza de la naturaleza, un relampago iluminando el cielo, un arcoiris adornandolo o un terremoto sacudiendolo todo.
Eso es lo que es cierta chica.

 Vamos a caminar juntos y cuando nuestros caminos se separen si tratas de empujarme resentiré ese atentado contra mi libertad y mi voluntad,...