Vamos a caminar juntos y cuando nuestros caminos se separen si tratas de empujarme resentiré ese atentado contra mi libertad y mi voluntad, pero si tengo que arrastrarte por el mío te convertirás en lastre.
Esta ciudad te pertenece,
tus calles, tus edificios, tus sonidos, tus avenidas, tus semáforos,
las manchas de esmalte rojo en los asientos, mis cabellos cubiertos de humo de cigarro.
Idealizar los edificios de almendros únicamente por su valor estético.
La acción de pasar por la escuela donde estudiaste hace 15 años y voltear para buscarte.
Tus libros, tus películas, tus ojos, mis ojos, mis manos y tus manos,
cantarte y contener un beso para no volver a complicar las cosas.
La lluvia,
la forma en que sonríes, tu tendencia a enojarte y fruncir el ceño,
lo complicado y fácil de las cosas, las distancias,
y tus gafas.
En todos los rostros,
los rostros de la calle, de los pasajeros del autobús, de los miles de choferes anónimos temprano en la mañana,
en los de las personas que sonríen y dan los buenos días y particularmente en los de las personas que no sonríen.
En las nubes,
en las hojas de los arboles de la banqueta y en sus ramas torcidas,
en los pájaros que cantan y en los que no tienen voz y caminan,
hallo fragmentos tuyos como si te hubieras convertido en todas las cosas,
y yo, queriendo ignorar que viví mis primeros años sin conocerte,
Sin saber que haría si llegara a encontrarte, pero sabiendo que ya no voy a hacerlo.
Que si fuimos madera, la lumbre nos consumió y nos extinguimos.
Vamos a caminar juntos y cuando nuestros caminos se separen si tratas de empujarme resentiré ese atentado contra mi libertad y mi voluntad,...