Vamos a caminar juntos y cuando nuestros caminos se separen si tratas de empujarme resentiré ese atentado contra mi libertad y mi voluntad, pero si tengo que arrastrarte por el mío te convertirás en lastre.
Sé que nunca más saltaré.
Esta ciudad te pertenece,
tus calles, tus edificios, tus sonidos, tus avenidas, tus semáforos,
las manchas de esmalte rojo en los asientos, mis cabellos cubiertos de humo de cigarro.
Idealizar los edificios de almendros únicamente por su valor estético.
La acción de pasar por la escuela donde estudiaste hace 15 años y voltear para buscarte.
Tus libros, tus películas, tus ojos, mis ojos, mis manos y tus manos,
cantarte y contener un beso para no volver a complicar las cosas.
La lluvia,
la forma en que sonríes, tu tendencia a enojarte y fruncir el ceño,
lo complicado y fácil de las cosas, las distancias,
y tus gafas.
En todos los rostros,
los rostros de la calle, de los pasajeros del autobús, de los miles de choferes anónimos temprano en la mañana,
en los de las personas que sonríen y dan los buenos días y particularmente en los de las personas que no sonríen.
En las nubes,
en las hojas de los arboles de la banqueta y en sus ramas torcidas,
en los pájaros que cantan y en los que no tienen voz y caminan,
hallo fragmentos tuyos como si te hubieras convertido en todas las cosas,
y yo, queriendo ignorar que viví mis primeros años sin conocerte,
Sin saber que haría si llegara a encontrarte, pero sabiendo que ya no voy a hacerlo.
Que si fuimos madera, la lumbre nos consumió y nos extinguimos.
Las cosas pasan tan deprisa que paradójicamente se siente como si pasaran insoportablemente despacio.
Siento la presión de su cabeza acostada en mis piernas, afuera de la ventana hay un mundo soleado y caliente como es usual en la primavera. Con las cortinas corridas adentro parece de noche y en la pantalla hay un capitulo de la séptima temporada de Black Mirror a pesar que no he viste ningún capitulo de las primeras seis temporadas.
La pizza del almuerzo esta dulce porque le ponen mermelada de tomate y combina bien con la cerveza. El episodio termina justo al mismo tiempo en el que el internet falla y la pantalla se queda oscura y cargando el siguiente episodio. Veo mi reflejo sentado con la cabeza de ella acostada en mis piernas en lo negro de la pantalla. "Ya entiendo" le digo. "¿Que cosa?" me pregunta, "El porque la serie se llama Espejo negro".
En la mesa hay un libro de ciencia-ficción de Yukio Mishima.
En la alcoba junto a la cama hay una pequeña torre de libros apilados desde el piso hasta la altura del ombligo y el departamento huelo a incienso y a velas aromáticas.
Hay calma, y las cosas pasan tan despacio que paradójicamente se siente como si pasaran insoportablemente deprisa.
"Es que no estoy acostumbrado a esto"
Le dije, pero entonces no supe explicarle que era el "esto" a lo que me refería.
Aquel verano lo pasamos conduciendo en su coche oyendo discos de Misfits. En aquel entonces yo no sabia quien era Glenn Danzig ni me importaba mas allá de que su voz aparecía y desaparecía según íbamos cambiando los discos en el lector de CD´s de su Subaru.
Yo vestía camisas ligeras de algodón y bermudas con sandalias huyendo del calor, ella por otra parte parecía que siempre tenia frio. Usaba sombreros negros cuando hacia sol y una chaqueta de mezclilla todo el tiempo sin importar el clima.
Me dijo alguna vez, mientras que la voz saliendo de las bocinas del auto cantaba sobre el cementerio de mascotas; que hay conversaciones que deben tenerse frente a frente sentados en las mesas de algún café y otras que solo pueden tenerse acostados en el suelo de la sala mirando el techo, otras con la cabeza recargada en las piernas de alguien y otras mas en la arena mirando las estrellas. Nuestras conversaciones eran casi en su totalidad sentados en su Subaru, y al igual que los interminables caminos iban desapareciendo sin mas a 120 kilómetros por hora con la mayoría de nuestra atención enfocada a lo que estuviera enfrente. Si ella hubiese nacido como cualquier otra cosa en vez de como un ser humano, seguramente hubiera sido florecillas azules creciendo a un lado del camino.
Pasaba por mi a la hora que acordáramos y ella conducía un par de horas por los caminos rurales a la periferia de la ciudad a toda velocidad como un piloto de rally antes de dejarme de nuevo y continuar sola, a veces la acompañaba por la mañana, a veces por eso del mediodía pero la mayoría de las veces muy de noche de modo que fuera mas difícil ver la cortina de polvo que el auto levantaba y por ello era menos probable que llamáramos la atención. Conducía por la ciudad siguiendo meticulosamente las leyes de trafico y tan pronto como las luces de la urbe desaparecían como un elemento del fondo pisaba el acelerador y el antiguo Subaru aceleraba tan rápido como su edad le permitía y mientras conducía así charlábamos: A veces yo aprendía cosas nuevas que aunque no me importaran del todo se volvían información preciosa por el hecho de venir de ella. Aprendí por ejemplo, sobre el porque de cambio de vocalista entre un disco y otro de los Misfits.
Pero nunca me contó sobre sus cicatrices en el rostro y las orejas.
Su papá no le prohibía usar el auto pero odiaba que manejáramos de esa forma, el polvo sobre el auto nos delataba. "Un día te vas a matar a ti y a los que lleves contigo" Le decía, pero ella solo se encogía de hombros y nos íbamos, algún día íbamos a morir, pero en aquel entonces eso no se nos pasaba por la cabeza como una posibilidad real.
"Tu papá tiene razón" le dije una vez. Y ella sin desviar la vista del camino, se limito a encogerse de hombros y a asegurarme que su papá estaba mas preocupado por mi que por ella. "A mi la verdad es que no me importa estrellarme y matarte, pero si a ti te preocupa el que te mate, dime".
Me enamoré instantáneamente de ella esa noche.
Pero el enamoramiento no duro demasiado, nació como un flama sobre alcohol etílico, ardió de un azul casi invisible, exhaló calor y se extinguió sin mas.
Ella me mira y tardo unos minutos en darme cuenta y devolverle la mirada. Se que sabe como me siento, mi cabeza se llena de pensamientos uno tras otro como si abrieran la llave de paso y se desbordaran hacia todas partes llenando todos los espacios vacíos y se convierten en estática. Ya no me alarmo como antes pero acostado como estoy tengo la sensación de que de la televisión podrían salir un par de manos larguísimas y jalarme los pies, que el ordenador a mi costado pudiera explotar de pronto y llenar el cuarto de humo y que los ojos negros y bonitos que ahora me miran se convirtieran en los de una gran lechuza que me mirase riendo desde la ventana.
"Solamente estas ansioso" me dice "vas a estar bien"
"Voy a estar bien" pienso para mi, a decir verdad tengo esa certeza, pero en el inter uno no tiene mas remedio que acostarse y ver el techo, centrarse en la música o ponerse a escribir y a veces eso es un problema.
Normal, tengo como 6 tazas de café encima.
Vamos a caminar juntos y cuando nuestros caminos se separen si tratas de empujarme resentiré ese atentado contra mi libertad y mi voluntad,...