La nieve bajo mis pies cruje al ceder bajo mi peso con cada paso que doy, tengo las botas completamente empapadas pero la humedad no alcanza a mis pies enfundados dentro de ellas, al menos no por el momento. En un principio esa idea me había hecho un poco de gracia, pero ahora la idea convertida en posibilidad me asusta un poco, si mis pies se mojasen probablemente se congelarían. Había visto en la tele casos de personas cuyos dedos negros por el frío, habían tenido que ser amputados con sierras y esa imagen no me encantaba precisamente. Para evitar eso, escaladores y demás tienden a usar un tipo de botas especiales, para nada parecidas a las mías de piel de avestruz.
El paisaje esta inmóvil de lo congelado que esta, los altos y viejos arboles lucen quebradizos al tacto, y yo no cuento mas que con mis botas de piel, la camiseta a botones de algodón blanca y unos pantalones de mezclilla. No es que no sea una persona friolenta o que quiera probarle a algo a alguien, es solo que toda esta nueva condición había llegado sin anunciarse, el día anterior habían hecho 32°C, esta mañana el hombre del clima en el noticiero local anuncio 21°C, y a partir de ahí la temperatura fue descendiendo paulatinamente hasta que espontáneamente empezó a nevar. Pero ante todo yo no siento frío, tampoco calor naturalmente y ciertamente siento el frescor de las condiciones, pero no tiemblo ni se me sacuden los dientes como era de esperarse, la verdad es que me siento bastante cómodo. Con este clima las personas se encierran en sus casas, las tiendas no abren y los autos no pueden circular, es un mundo frío, pero hermoso y propio.
Un mundo para mi, donde nada se mueve, y soy lo único que vaga y hace crujir la nieve, dicho así suena bastante monótono, y en efecto lo es, pero este mundo tiene la belleza etérea que solo la monotonía da. Ahí radica su magia.
1 comentario:
Este escrito me ha quitado el aliento.
Hermoso.
Saludos.
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