domingo, 10 de noviembre de 2019

La oruga

Era de noche y los faros de los automóviles que circulaban cada tanto sobre el asfalto nos echaban las luces en la cara lo que hacia que cada tanto frunciéramos el ceño. Cruzamos la calle en dirección al palacio; un poco mas allá había un grupo de personas sentadas sobre sillas rojas esperando a que alguien las sacase a bailar.
Ella caminaba medio paso por atrás de mi, cuando balanceaba los brazos para caminar, su mano; la única mano en el mundo que quería sostener rozaba con la mía.

Bendecido

  Cuento mis bendiciones con las manos hasta que se escurren por mis dedos  y cuando caen el suelo son semillas sobre el sendero, bajo la so...