Las pastillas en mi estómago aun no revientan y siento su mirada clavada en mi, tiene tanto odio que tengo la sensación de tener mi cerebro llenándoseme de cristales rotos, su odio es total pero no explota, es un odio aburrido de inacción, le basta con mirarme. Una parte de mi desea que me golpeara, que me tirase los dientes y se quedara con las cicatrices en sus nudillos como prueba de que ha explotado. Pero no.
Las pastillas no revientan aun y todo cuanto puedo sentir es este dolor sordo en la cabeza, comparado con ello todo lo demás es poca cosa, el dolor físico se come todo lo demás con indiferencia.
Y mi disfraz de humano se pudre y cae a pedazos del esqueleto que soy por debajo.
lunes, 14 de noviembre de 2022
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