El cuerpo yace aun tibio a solo un metro de nosotros; su inmovilidad y el agujero del tamaño de un puño ubicado donde debería estar el ojo derecho no da pie a dudas. El no volverá a levantarse y el antiguo revolver .44 en su mano izquierda es completamente inofensivo ahora.
Podríamos suspirar aliviados pero no lo hacemos, podríamos huir pero la mezcla de muchas cosas nos ha engarrotado las piernas, la adrenalina, el miedo, el suspenso, la incertidumbre y el asco nos impiden el pensamiento.
El sonido de una motocicleta nos saca de nuestro trance y nos devuelve a la realidad; el conductor baja la velocidad, dirige una vista al cuerpo y luego cruza la mirada con nosotros; en su rostro la sorpresa es tan evidente como el reguero que tenemos al rededor. Pero en vez de seguir su camino como esperásemos, detiene su vehículo de dos ruedas, desciende y se acerca a nosotros con paso lento pero decidido. En nuestras manos aun tenemos la beretta y nuestro dedo aun en el gatillo listo para presionarlo de nuevo de ser necesario y no lo hemos olvidado, pero estando como estamos parece imposible que nuestro brazo pudiese moverse a la posición correcta para tal acción, y mas aun, que nuestro cerebro pudiese dar la orden a nuestro dedo de moverse.
Sumidos en tal confusión apenas sentimos el golpe en la nuca que nos arroja al suelo, estamos rodeados por el mismo tipo de gente al que pertenece el sujeto con el nuevo agujero en el ojo y ni siquiera nos habíamos dado cuenta, ¡oh bueno! ¿Que se le va a hacer?.
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4 comentarios:
Usualmente no comento en tus cuentos, pero este me gusto mucho. A ver si nos vemos hoy, compa.
osea que no te gustan mis cuentos? =(
No es que no me gusten, es que este me motivó a comentar.
no intentes arreglarlo =(
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