Mientras las redondas gotas de lluvia arruinadas por mi
percepción golpean mi ventana y veo como poco a poco las calles, los autos, los
arboles y todo cuanto esta al alcance es cubierto de agua no se me ocurre
ningún pensamiento profundo, eso me decepciona. En retrospectiva este sería el
momento ideal para encender un cigarrillo o como mínimo beberme una taza de
café junto a la ventana o sentado en el pórtico, el problema es que ni fumo ni
tengo pórtico, además, tengo gastritis así que pasó del café del que de todos
modos nunca he sido bebedor habitual. Yo personalmente prefiero el té, aunque
claro, no hay té y de todos modos francamente llegados a este punto me daría
pereza levantarme a prepararlo.
En este sitio llueve aunque el cielo no este nublado así que
corres a refugiarte mientras te pones la mano como visera para proteger los
ojos del sol. Esta mezcla de elementos produce dos cosas principalmente:
Arcoíris tan imperceptibles como efímeros y un calor insoportable producto del
efecto sauna que se ocasiona cuando el sol que nunca fue ocultado por ninguna
nube evapora los charcos de agua.
Las plantas adoran esto ultimo, esa es la razón por la que en la región crezcan
varios metros al año. Los humanos por otra parte lo detestan y esa es la
principal razón por la que quejarse del clima es el deporte estatal. Mi patio
trasero parece una pequeña jungla, no me sorprendería levantarme un día y
encontrar al equipo de national geographic filmando y reportando el
descubrimiento de un nuevo animal endémico de mi patio, de alguna forma siento
como si debiese sentirme orgulloso por ello así que lo intento pero fracaso en
mi empeño. Una semana después le pago a alguien para que corte toda la
vegetación que ha crecido sin pedirle permiso a nadie. El patio queda
irreconocible y atrae a una bandada de pájaros que se dan gusto con los miles
de insectos que han quedado al descubierto mientras un grupo de leonas persigue
a la manada de gacelas que habían vivido escondida debajo de los matorrales
hasta ahora mientras national geographic filma el suceso, yo para entonces ya
tengo mi taza de té con la que me quemo la lengua al primer sorbo.
El espejo me
dice que he bajado unos ocho kilogramos en las ultimas dos semanas, la bascula
me responde que el espejo solo esta exagerando y que solamente he bajado seis,
el sentido común aconseja alarmarme y la indiferencia que se me ha convertido
en costumbre durante los últimos dos o tres años se queda callada.
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