viernes, 21 de febrero de 2014

Mapa sin fin de un viaje [Parte 3]

Me desperté muy temprano en la mañana con todos los sentidos agitados, esa sorprendente facultad del cuerpo para saber cuando a uno lo observan.
Abrí los ojos y por mero acto reflejo tomé la pistola de debajo de la almohada y me puse de pie de un salto apuntando el arma al sitio donde mis sentidos me decían se encontraba aquello que me observaba.
Era un señor de unos cuarenta y tantos años, traje negro bajo la gabardina que no se había quitado y sombrero en señal de que no pensaba quedarse mucho tiempo. No iba solo, le acompañaban dos sujetos con armas automaticas desenfundadas que me hubiesen acribillado en el instante en que tome el arma bajo la almohada de no ser por un gesto que el sujeto del sombrero les había hecho para que no lo hicieran; aquellos eran sin duda matones profesionales, fríos, metódicos y precisos, un mílisegundo mas y alguno hubiese presionado el gatillo antes de que yo hubiese tenido oportunidad de ver quien me disparaba. Aquello me hizo algo de gracia y es que francamente (no lo puedo negar) siempre he tenido un sentido del humor extraño.
-Bueno días señor...
Aquella pausa justo después del "señor" delataba que el sujeto esperaba que dijera mi nombre.
-Pernas
Respondí el primer apellido que se me ocurrió.
-¿Pernas? Que raro, en su identificación consta un nombre diferente. -Dicho esto arrojo mi cartera a la cama -Pero como prefiera, "Pernas" también es un buen nombre. Señor Pernas voy a ser directo porque lamentablemente no cuento con mucho tiempo. Usted tiene algo que nos pertenece y lo queremos de vuelta, tiene hasta esta noche para devolverlo al lugar donde lo tomo.
-¿O si no que? -Pregunté para medir el limite de todo aquello.
El sujeto sin inmutarse arrojo algo a la cama, al primer instante no pude ver bien que era pero luego tras un segundo vistazo me di cuenta de que era el cargador de mi pistola, les había estado apuntando con un arma vacía, aquello me hizo sentir como un incompetente frente aquellos matones profesionales.
-El plazo vence a la media noche señor Pernas, nos hemos tomado la molestia de hacerle el desayuno y esta esperándole en la mesa, quizás no lo parezca pero mi compañero aquí el señor Mielina, prepara unos huevos buenisimos, siempre he creído que uno puedo practicar la misma acción un millón de veces hasta volverse bueno en algo pero hay personas que sumado a eso tienen cierto don que los pone por encima de los demás y creo que la comida que prepara el señor Mielina es buena prueba de ello. En fin, nos vemos en la noche, que tenga un excelente día señor Pernas.

Los huevos con tocino estaban buenisimos y eso me hacia enojar de cierta forma. Yo suelo comer huevos con tocino unas 3 veces por semana y los he comido preparados en todas las formas imaginables y en un montón de sitios distintos pero aquellos preparados por el señor Mielina eran algo mas allá de lo descriptible.
Acabé el desayuno, dejé el plato en el fregadero (también habían lavado los platos de la noche anterior), metí el cargador en la pistola y salí rumbo a casa de "aquella chica". Posiblemente el hombre del sombrero me hubiese estado vigilando y de ser cierto probablemente también le hubieran hecho una visita.
En los bolsillos llevaba la cartera, las llaves y la pistola cargada.
En el camino iba pensando sobre que rayos podría tener yo que mereciera un encuentro como ese.

Para cuando llegué a casa de aquella chica no había podido pensar en nada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Déjeme ser claro en este aspecto. No porque usted escriba lo que sucedió, para,no sé ¿Buscar ayuda? nosotros nos vayamos a intimidar. Sr. "Pernas" creo que usted sabe perfectamente la clase de personas que somos, y si me permite le haré una confesión: Lo tenemos vigilado. sabemos que fue a casa de la "chica" y sabemos que planean algo. Así que por favor dejen de ser tan estúpidos y hagan lo que tienen que hacer. Me alegro que haya disfrutado el desayuno.
PD. Tienen hasta la media noche.

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