sábado, 31 de octubre de 2020
sábado, 24 de octubre de 2020
martes, 20 de octubre de 2020
lunes, 19 de octubre de 2020
Some - Steve Lacy
Your love, your love
Baby, can I have some of your love
Your love, your love
Baby, I want some of your love
domingo, 18 de octubre de 2020
Aquí y ahora, cuando me pongo a recordar mi pasión me parece que yo era un ciego que no teme a la oscuridad.
Me levanté de la cama y abrí las cortinas, afuera la luna iluminaba todo con luz azulada y fría en una noche apacible y sin ruido a pesar de que las nubes la cubrían del todo. Me sentí afortunado de estar despierto en medio de todo eso.
Acabé de desperezarme, encendí el ordenador e hice café para bebérmelo en lo que trabajaba.
Llamó mi atención que la bandeja de entrada de mi correo electrónico estuviera vacía, la rutina usual era tener una docena de correos nuevos con la descripción de las tareas del día, cosas a corregir, observaciones, detalles a cambiar por otros, etcétera. Sin esa información cualquier avance seria en vano y un desperdicio completo de trabajo. Comprobé la hora; faltaban quince minutos para la una de la mañana. Tomé el teléfono y llamé a la oficina, sonó las veces necesarias antes de avisarme que la llamada iría al buzón; era normal tomando en cuenta la hora que no hubiera nadie en la oficina, pero quería ahorrarme problemas y dejar asentado que alguien no había cumplido de su lado para que luego las consecuencias de perder el día no cayesen sobre mi.
De igual forma y solo como medida precautoria, escribí un correo electrónico detallando el inconveniente y la razón por la que seria imposible avanzar sin las notas usuales que habían olvidado enviarme. Termine el correo con un "quedo al pendiente en todo caso en mi horario usual a este correo y al siguiente teléfono: xxx-xxx-xx-xx". Me bebí el resto del café, tomé las llaves y el celular y aproveche la noche para dar un pequeño paseo.
Llamé de vuelta pero nadie respondió, dejé pasar unos minutos en lo que caminaba de vuelta a casa pero no volví a recibir ninguna llamada.
Regresé a mi hogar y volví a revisar mi correo electrónico. Había un mensaje, el remitente era mi contraparte del trabajo, en el asunto ponía "Hey, observa la luna", además de eso el mensaje estaba en blanco.
En su voz no había nada particular, sonaba como siempre incluso monótona, si aquello era una broma parecía evidente que ni siquiera el la encontraba graciosa.
La jaqueca con la que me había despertado no cedía sino que por el contrario la notaba agudizarse. Cerré los ojos y me froté las sienes con las yemas de los dedos, eso solía ayudar pero en el silencio de la noche notaba en los oídos un silbido como el de una tetera hirviendo en la estufa puesta en algún lugar de la habitación,
Aquello no tenia sentido, ¿Cuál era el propósito de mandar algo así sin mayor explicación? Lo justo seria exigir explicaciones, aquello nos podría costar el empleo a ambos pero sabia que no habría beneficio en llamarle de nuevo, sabia que simplemente no iban a contestar, si era una broma estaban dispuestos a seguir hasta el final para meterme en apuros.
El sonido de mi móvil sacudió un poco el pesado silencio.
Desde el bolsillo de mi pantalón aquello sonaba de nuevo como si estuviese encerrado en un recipiente hermético.
Aquello fue una larga cadena de sonidos, la familiar alarma de mi teléfono celular empezaba a sonar y se cortaba solo para volver a empezar de nuevo una y otra y otra vez. Lo tomé y comprobé la pantalla. Uno a uno llegaban mensajes de texto, uno tras otro tras otro. Llegaban haciendo sonar la alarma del teléfono y antes de dejarle terminar llegaba otro que la hacia iniciar de nuevo.
Los mensajes llegaban de varios remitentes.
Mi hermano, mi madre, mi vecino, varios compañeros de trabajo, mi jefe directo, incluso algunas amistades de infancia que tenia años sin ver me habían escrito. Todos los mensajes decían lo mismo.
"Hey, observa la luna" No había terminado de comprobar la lista cada vez mas vasta de mensajes recibidos cuando empecé a recibir llamadas.
"Hey, observa la luna" Dijo mi padre cuando respondí su llamada, la voz de mi padre, que no había escuchado en dos o tres años sonaba exactamente como la recordaba, sin ningún cambio o inflexión, monótona incluso.
"Hey, observa la luna" Dijo la siguiente persona a la que le respondí y cortó antes de darme tiempo de preguntarle el significado de todo aquello.
Desde donde estaba podía ver una porción del cielo que mostraba una capa de nubes cada vez mas delgada y difuminada, conforme las nubes avanzaban y desaparecían el brillo de la luna se hacía mas y mas intenso.
La calle quedaba iluminada de tal forma que podía distinguir claramente las formas de los objetos a través de mi ventana.
En el patio de sus casas, mis vecinos de pie observaban hacia el cielo, los veía con tanta claridad a causa de la luz que pude notar que tenían los ojos y las bocas abiertas en espantoso asombro.
El brillo de la luz se hacia mas intenso conforme las nubes se disiparon, tanto, que creí que se había hecho de día de pronto, excepto que la luz seguía siendo aquella cosa fría y azulada.
Un ruido de fuera llamó mi atención. Mis vecinos habían colapsado en el suelo y se retorcían. Desde la ventana con la nueva luz pude ver que, de hecho reían. Reían y se revolcaban en el suelo. Algo les causaba muchísima gracia.
Aquello me asustó aun mas, pero cuando subí la vista al cielo, Ahí estaba la luna, o lo que parecía serlo. Se había movido a través del cielo buscándome sin que yo la viera y ahora me encaraba en mi ventana.
La luna me sonrió.
domingo, 4 de octubre de 2020
xvW & Los Chinaskys - La distancia entre los puntos
La luz al final de aquel túnel brilla, todavía
No me promete que a mi llegada seguirá encendida
Un viajero sin transporte en un mundo lleno de caminos y senderos
Te quema la voluntad que queda
Pulmones apenas prueban el aire y lo echan de menos
Edificios te niegan el paso, pulso tiembla,
Fatiga no otorga descanso, el ritmo se quiebra,
Piernas pesan como hechas de plomo,
El viento solo llega a despertar el polvo
Y tapar los poros, los ojos ya no ven claro
Limitaciones son hacer lo que se puede
Pues lo que se quiere sale caro
Y suena familiar, no sabes cuánto,
Problemas no disminuyen a medida que aumenta el llanto,
El cardiovascular actúa pero nunca estudia
Se nubla la razón cuando el sentimiento diluvia,
Buscas contar la distancia entre los puntos
No sabes por donde, no importa caminemos juntos
Tal vez nos lleve la mitad o el doble, quien sabe
Algo es seguro ni tu ni yo tenemos la llave.
Quieres saber si este es un sueño profundo,
No sabes por donde, no importa caminemos juntos
Tal vez nos lleve el doble o la mitad,
No será la soledad la que nos impida poder llegar.
En la mochila llevo una sonrisa,
Que pienso regalarte si nos encontramos antes que las prisas
Para intercambiar momentos gratos
De esos que se van al caminar igual que las suelas de los zapatos,
Cuento segundos que se van y no regresan
Decidir a la ligera pesa, decidir en vano
Es esa línea divisoria, aquella niebla espesa si el miedo te lleva de la mano
Fuera de sitio como si fuera normal
Habrá que improvisar aquella ruta principal
El hambre aprieta,
La condición será no dejar parar al cuerpo y mantener la mente quieta.
Y apostamos el todo por la nada
Las huellas se borraran si el cielo sigue tan gris como hasta hoy
Si el cielo sigue tan gris como hasta hoy
Ooooooooooh
Buscas contar la distancia entre los puntos
No sabes por donde, no importa caminemos juntos
Tal vez nos lleve la mitad o el doble, quien sabe
Algo es seguro ni tu ni yo tenemos la llave.
Quieres saber si este es un sueño profundo,
No sabes por donde, no importa caminemos juntos
Tal vez nos lleve el doble o la mitad,
no será la soledad la que nos impida poder llegar.
sábado, 3 de octubre de 2020
Si tuviera los paños bordados del cielo, bordados con luces doradas y plateadas .
Son poco mas de las 11 de la mañana, afuera hay un clima espantoso y puedo escuchar el ruido del viento corriendo entre las paredes y las ramas de los arboles cercanos. Ayer tuve uno de esos días largos y una noche por lo demás horrenda de esas donde das vueltas en la cama agotado pero incapaz de conciliar el sueño, girando y girando entre las sabanas teniendo una hilera interminable de pensamientos espontáneos como si la cabeza misma o por lo menos el contenido de esta fuera una criatura independiente y ajena a ti que se rehúsa a seguir tu deseos u ordenes.
A veces me cuestiono sobre si realmente duermo o si simplemente me desmayo por el agotamiento que me provoca el perseguir mi mente e intentar mantenerla quieta a lo largo del día pues pareciera que incluso las noche que logro conciliar el sueño y dormir las supuestas 8 horas que debería me sirven poco o nada de descanso. Mi cuerpo se mantiene en un estado constante de agotamiento y empiezo a sentirme cada vez mas incapaz de mantener el ritmo que las carreras que hace mi mente me exige.
Estaba aun en cama en el estado mental de justo después de despertar, ajustando los ojos a la realidad cuando escuché a alguien pronunciar mi nombre seguido de 4 golpes rápidos y poderosos a la puerta. Aquello me hizo incorporarme de un salto y pasar de todo sopor a un estado de alerta inmediatamente pues la fuente de aquel golpeteo y llamado era la puerta del armario junto a la cama. Como no emití respuesta de nuevo se repitió aquello; de nuevo esa voz llamando mi nombre y los mismos 4 golpes a la puerta.
El armario es un mueble sencillo de madera blanca, cuando lo compré de segunda mano me dije que definitivamente había visto mejores años pero con todo, estaba en buen estado y era del todo funcional, llevo con el ya un par de años y llevo algunos meses diciéndome que es hora de pasarle una nueva capa de pintura. Con todo, la puerta del armario es delgada y solo se mantiene fija por la acción de un par de imanes que evitan que la puerta se abra ante la mínima brisa. El que aparentemente pudieran soportar la fuerza de aquel golpeteo era en si mismo una cosa del todo extraña.
De nuevo cómo no emití respuesta ni hice ruido alguno aquella voz llamo de nuevo mi nombre, esta vez sonaba desesperada, y a ello le acompañaron de nuevo una serie de golpeteos, esta vez parecía que golpeaban a la puerta con ambos puños cerrados. A pesar de ello, la puerta ni se movió.
Me quedé observando con los ojos abiertos como platos hasta que empezó a dolerme la cabeza, conforme pasó el tiempo y fui adquiriendo valor poco a poco empecé a acercarme al armario, hasta que puse mi mano sobre el. Lo primero que comprobé fue que no hubiera cambios en el, a simple vista parecía el mismo armario de siempre, viejo, algo despintado, pero funcional y entero junto a la pared. La respuesta mas evidente era que seguramente hubiera estado aun medio dormido cuando creí escuchar todo aquello, sin duda mi mente revoloteante aun aferrándose a algún sueño que no pudiera recordar. La forma mas simple de comprobar todo aquello seria abriendo la puerta y confirmar que todo seguía exactamente igual a como lo ha estado siempre.
Pero a pesar de tener ambas manos apoyadas sobre el armario, no me atreví a hacerlo. La idea de abrir la puerta me provocaba una sensación parecida a la que se tiene cuando nadando en aguas tibias te encuentras de pronto con una corriente de agua helada recorriéndote los pies, una sensación física como si intentara juntar dos imanes de polos iguales, un instinto primario que me susurraba desde algún rincón del cráneo "aléjate".
Así que me aleje.
Cuando regresé a mi alcoba mas tarde lo primero que noté fue una hoja de papel naranja pasada por debajo de la puerta del armario y cuidadosamente doblada. Me acerqué ignorando la voz del fondo del cráneo que de nuevo me decía "aléjate, aléjate" y la tomé. Al desdoblarla me llegó un aroma extraño, algo que no había olido jamás, un aroma como a humedad, azufre, cascaras cítricas y sal. El olor me hacia sentir en estupor como haber entrado en una alcoba plagada de inciensos sagrados. En la hoja desdoblada escrita con tinta dorada las dos silabas que forman mi nombre.
<Ábreme> Escuché a la voz decirme desde la puerta del armario. Sentía que junto con la voz, el olor de la hoja naranja se acrecentaba y empezaba a marearme.
<Ábreme> Decía aquello, y pronunciaba mi nombre. <Se que me escuchas> <Ábreme>, la voz sonaba tranquila, como quien dialoga con un niño pequeño.
<Ábreme> <Ábreme> y de nuevo los golpeteos en la puerta que ni siquiera temblaba al recibir el embate de aquello que yo me imaginaba serian puños grandes y duros como rocas.
<Ábreme>
Y abrí.
Abrí sintiendo que todo aquello, el aroma de la hoja naranja, el sonido del martillar de los puños y la misma voz se me pegaban y entraban a mi cuerpo, por la nariz, por los ojos, por la garganta por los agujeros en las orejas, todo aquello se me metía y me pudría lentamente, dejando manchas que ya no podría quitarme. Abrí la puerta del armario para convencerme.
Pero al abrirlo en primer instancia creí no ver nada, me pareció inmediatamente extraño pues no estaban mis camisas ni chaquetas, tampoco los ganchos ni ninguna de mis pertenencias, solamente la oscuridad como si en vez del armario hubiera abierto la ventana hacia la noche. Incluso me pareció ver estrellas, estrellas llamativamente doradas revoloteando en la negrura ante mi, la oscuridad se movía lentamente.
<Dios mío> Pensé <No son estrellas, son ojos>. Cientos, miles de ojos me miraban de todos lados todos pertenecientes a esa negrura informe que ahora salía riendo del armario y empezaba a colarse y a llenar lentamente mi alcoba, como si el hecho de abrirle significase una invitación.
La risa no cesaba, ya no oía el golpeteo en la puerta, solamente la risa proveniente de cada vez mas lugares distintos a mi alrededor, de las paredes, del techo, desde la cama, desde dentro del mismo armario conforme la masa de negrura salía y llenaba todo a mi alrededor y los miles de ojos amarillos y brillantes que había confundido con estrellas me miraban de todas direcciones.
Mis piernas me fallaron presas del pánico y fui a dar la suelo cubierto por la masa negra, la encontré extrañamente apacible, tibia al tacto y suave al impacto.
Cerré los ojos escuchando esa risa que solo se cortaba para decirme mi nombre. Y en algún punto, me quedé dormido.
viernes, 2 de octubre de 2020
Una vasta y radiante playa y una luna fria de joyas, parejas desnudas corren por sus silenciosos costados y nosotros reimos como suaves dementes.
Compartimos las ganas de echarnos a la alfombra y escuchar música mirando el techo. En el techo hay estrellas fosforescentes pegadas en patrones aleatorios, cubren toda la zona de la sala y junto con ellas hay foquitos de colores como de navidad prendiendo y apagando a intervalos colgadas de las paredes. Es el tipo de cosas que solo puedes apreciar de noche, durante el día hay demasiada luz y calor.
La voz que suena desde las bocinas parece que mas que cantar recita poesía. Cuando hago la observación ella explica que de cierta forma lo esta haciendo y que es la ultima canción que escribió antes de morir. No es una canción triste, con solo escuchar aquello puede saberse que la muerte lo agarro desprevenido y sin advertencias, cuando escribió eso estaba aun muy lleno de vida, no canta como un moribundo o alguien a punto de suicidarse, sino como alguien que lo entiende todo.
En mis piernas hay un gato marrón y con rayas, le gusta la compañía pero no le gusta que lo toquen. En las piernas de ella hay otro de menor tamaño, gris y con rayas negras que es mucho mas dócil y cuya opinión sobre las caricias difiere completamente con la del gato marrón. En las ventanas no hacen ruido pero pequeños ojos nos observan, como soy un extraño el resto de los gatos no se acercan a la sala.
Mis ojos se cierran por el cansancio pero estoy demasiado excitado como para quedarme dormido, en la oscuridad una mano busca la mía y la encuentra; no la toma inmediatamente pero acaricia cada uno de mis dedos. Me incorporo haciendo saltar al gato café y giro mi cuerpo hacia ella, sobre su piel las luces de colores que prenden y apagan hacen que sus labios húmedos brillen invitantes. Vuelvo a cerrar los ojos y la beso.
Puma Blue suena tan fuerte como el momento lo permite, no se como se miden los decibelios, no se muchas cosas, e incluso las cosas que se n...
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Le había tomado varios minutos subir por las escaleras hasta la azotea; y desde esa altura, se sentía en la cima del mundo; se acercó al bor...
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En la horca negra bailan, amable manco, bailan los paladines, los descarnados danzarines del diablo; danzan que danzan sin fin los esqueleto...
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Aquella cosa se movía pero la oscuridad de la habitación solo me permitía ver su silueta, dos piernas, dos brazos y una enorme barriga, aque...