domingo, 18 de octubre de 2020

Aquí y ahora, cuando me pongo a recordar mi pasión me parece que yo era un ciego que no teme a la oscuridad.

Me desperté poco después de la medianoche, mis horarios suelen estar bastante torcidos a causa del trabajo, pero me desperté sintiéndome bastante fresco y descansado, sin embargo despertar y ver la oscuridad de la noche provoca cierta reacción instintiva, en mi caso hace que me duela un poco la cabeza y que me sienta desorientado un rato que no suele durar mas que uno o dos minutos.

Me levanté de la cama y abrí las cortinas, afuera la luna iluminaba todo con luz azulada y fría en una noche apacible y sin ruido a pesar de que las nubes la cubrían del todo. Me sentí afortunado de estar despierto en medio de todo eso.
Acabé de desperezarme, encendí el ordenador e hice café para bebérmelo en lo que trabajaba.

Llamó mi atención que la bandeja de entrada de mi correo electrónico estuviera vacía, la rutina usual era tener una docena de correos nuevos con la descripción de las tareas del día, cosas a corregir, observaciones, detalles a cambiar por otros, etcétera. Sin esa información cualquier avance seria en vano y un desperdicio completo de trabajo. Comprobé la hora; faltaban quince minutos para la una de la mañana. Tomé el teléfono y llamé a la oficina, sonó las veces necesarias antes de avisarme que la llamada iría al buzón; era normal tomando en cuenta la hora que no hubiera nadie en la oficina, pero  quería ahorrarme problemas y dejar asentado que alguien no había cumplido de su lado para que luego las consecuencias de perder el día no cayesen sobre mi.
De igual forma y solo como medida precautoria, escribí un correo electrónico detallando el inconveniente y la razón por la que seria imposible avanzar sin las notas usuales que habían olvidado enviarme. Termine el correo con un "quedo al pendiente en todo caso en mi horario usual a este correo y al siguiente teléfono: xxx-xxx-xx-xx". Me bebí el resto del café, tomé las llaves y el celular y aproveche la noche para dar un pequeño paseo.

Afuera la luna brillaba con tanta intensidad que su luz parecía comerse todos los sonidos de la calle a pesar de estar oculta tras una capa de nubes que parecían anunciar lluvia, ni siquiera mis pasos sonaban como usualmente lo hacen, en su lugar parecía como si estuviera caminando sobre goma. Caminé algunos cientos de metros hasta un parque cuando mi teléfono empezó a sonar, al principio no reconocí el sonido pues el sonido me llegaba como si estuviera dentro de un recipiente hermético, para cuando lo extraje de mi bolsillo ya había perdido la llamada, el numero en el registro era de la oficina. 
Llamé de vuelta pero nadie respondió, dejé pasar unos minutos en lo que caminaba de vuelta a casa pero no volví a recibir ninguna llamada. 
Regresé a mi hogar y volví a revisar mi correo electrónico. Había un mensaje, el remitente era mi contraparte del trabajo, en el asunto ponía "Hey, observa la luna", además de eso el mensaje estaba en blanco.
Volví a llamar a la oficina y esta vez sonó ocupado. Cuando terminé la llamada me encontré con que tenia un mensaje en el buzón de voz de mi celular. La voz era de mi compañero del trabajo; 
"Hey, observa la luna" decía hacia mi, y se cortaba.
En su voz no había nada particular, sonaba como siempre incluso monótona, si aquello era una broma parecía evidente que ni siquiera el la encontraba graciosa.
Aquello empezaba a volverse frustrante. La noche seguía avanzando y no recibía ninguna respuesta concreta sobre que se suponía que tenia que hacer. Llamé de nuevo a la oficina una decena de veces mas pero en esta ocasión no conectó ni siquiera con el buzón de voz.

Me serví un vaso de agua y me asomé por la ventana hacia la luna pero afuera seguía nublado, aunque la fuerza de su luz era evidente en las calles, la luna seguía cubierta por una capa de nubes que aunque ahora mas delgada y tenue bastaba como para seguirla cubriendo del todo.

La jaqueca con la que me había despertado no cedía sino que por el contrario la notaba agudizarse. Cerré los ojos y me froté las sienes con las yemas de los dedos, eso solía ayudar pero en el silencio de la noche notaba en los oídos un silbido como el de una tetera hirviendo en la estufa puesta en algún lugar de la habitación,
Empezó a dolerme la mandíbula y me di cuenta que había estado apretando los dientes todo el tiempo que llevaba esperando desde que había escuchado el buzón de voz.
"Hey, observa la luna"
Aquello no tenia sentido, ¿Cuál era el propósito de mandar algo así sin mayor explicación? Lo justo seria exigir explicaciones, aquello nos podría costar el empleo a ambos pero sabia que no habría beneficio en llamarle de nuevo, sabia que simplemente no iban a contestar, si era una broma estaban dispuestos a seguir hasta el final para meterme en apuros.

El sonido de mi móvil sacudió un poco el pesado silencio.
Desde el bolsillo de mi pantalón aquello sonaba de nuevo como si estuviese encerrado en un recipiente hermético.
Aquello fue una larga cadena de sonidos, la familiar alarma de mi teléfono celular empezaba a sonar y se cortaba solo para volver a empezar de nuevo una y otra y otra vez. Lo tomé y comprobé la pantalla. Uno a uno llegaban mensajes de texto, uno tras otro tras otro. Llegaban haciendo sonar la alarma del teléfono y antes de dejarle terminar llegaba otro que la hacia iniciar de nuevo.
Los mensajes llegaban de varios remitentes.
Mi hermano, mi madre, mi vecino, varios compañeros de trabajo, mi jefe directo, incluso algunas amistades de infancia que tenia años sin ver me habían escrito. Todos los mensajes decían lo mismo.
"Hey, observa la luna" No había terminado de comprobar la lista cada vez mas vasta de mensajes recibidos cuando empecé a recibir llamadas.
"Hey, observa la luna" Dijo mi padre cuando respondí su llamada, la voz de mi padre, que no había escuchado en dos o tres años sonaba exactamente como la recordaba, sin ningún cambio o inflexión, monótona incluso.
"Hey, observa la luna" Dijo la siguiente persona a la que le respondí y cortó antes de darme tiempo de preguntarle el significado de todo aquello.
Dejé de responder las llamadas y apagué el teléfono.
Me temblaban las manos.

Desde donde estaba podía ver una porción del cielo que mostraba una capa de nubes cada vez mas delgada y difuminada, conforme las nubes avanzaban y desaparecían el brillo de la luna se hacía mas y mas intenso. 
La calle quedaba iluminada de tal forma que podía distinguir claramente las formas de los objetos a través de mi ventana.
En el patio de sus casas, mis vecinos de pie observaban hacia el cielo, los veía con tanta claridad a causa de la luz que pude notar que tenían los ojos y las bocas abiertas en espantoso asombro. 

El brillo de la luz se hacia mas intenso conforme las nubes se disiparon, tanto, que creí que se había hecho de día de pronto, excepto que la luz seguía siendo aquella cosa fría y azulada. 
Un ruido de fuera llamó mi atención. Mis vecinos habían colapsado en el suelo y se retorcían. Desde la ventana con la nueva luz pude ver que, de hecho reían. Reían y se revolcaban en el suelo. Algo les causaba muchísima gracia.
Aquello me asustó aun mas, pero cuando subí la vista al cielo, Ahí estaba la luna, o lo que parecía serlo. Se había movido a través del cielo buscándome sin que yo la viera y ahora me encaraba en mi ventana.
La luna me sonrió. 
Y yo aunque no quería hacerlo le sonreí de vuelta.

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