domingo, 17 de octubre de 2021

Los ojos, las noches.

 Su voz resuena como estática directamente en el centro de mi cerebro, como masticar bolas de papel aluminio, como si de pronto te brotaran agujas de los glóbulos oculares y tuvieras que aguantarte un estornudo.

Ese ruido, ese indescriptible ruido es interpretado por mi encéfalo como una voz indescifrable, se que la fuente de la voz está cerca apenas fuera de mí campo de visión y hacia mi derecha, con todo, el aire alrededor no vibra, solamente hay el ruido de insectos diurnos y ramas quebrandose bajo el peso de algún animal invisible.

Todo mi instinto, experiencia y sentido común convergen en la misma idea: "No mires, hagas lo que hagas no mires". Mi cuello se vuelve de yeso y siento que incluso si pusiera toda mi fuerza de voluntad en ello nunca más podré moverlo, mucho menos girarlo, el resto de mi cuerpo tiembla pero no se mueve, mi punto de visión está fijo permanentemente en solo lo que tengo delante y me siento agradecido por ello pues de no ser podría voltear aún por accidente o curiosidad y exponerme al horror más absoluto que no puede ser más que la fuente de aquellas visiones y voz.

Siento los dientes como si los tuviera negros y podridos, suaves y perforados por agujas hipodermicas. Siento las extremidades frías y lejanas como si se congelaran y pudieran fragmentarse y romperse. 

 "¡No mires!"

Algo se asoma en mi campo de visión, primero parece un tentáculo, luego una mano con muchísimos dedos, alas. Mis ojos ya no me pertenecen. Mi garganta se siente como si intentará tragar cristales, en mi estómago hay un panal de abejas vivas clavando sus aguijones, mis venas están llenas de ácido de baterías usadas, mis párpados están abiertos y fijados hacia arriba por ganchos para pesca y siento destruirse el espacio entre mis ojos y el cerebro. A mi vista veo un montón de estática sin forma, un espacio vacío donde indudablemente hay algo, una silueta que se traga todas las formas y emite todos los colores a la vez que no emite ninguno, verlo me duele. Siento la necesidad de gritar hasta desgarrarme las cuerdas vocales y ahogarme en mi propia sangre, de llevarme las manos a la cara y arrancarme la piel con las uñas pero mi cuerpo permanece petrificado e inmóvil, inmóvil mientras ello habla con esa voz inentedible directamente al centro de mi cerebro y repta lentamente hacia mí campo de visión. 

Mi corazón late con la intención de salirseme por la boca. Ante mi, la silueta indiscernible de algo que existe pero no debería existir se retuerce de manera grotesca y profana. Siento el líquido de mis ojos convertirse en petróleo, siento la voz haciendo arañazos a los surcos de mi cerebro, siento la voz revolviendo los contenidos de mi cráneo, siento en mi mente surgir conocimientos nuevos, mi cabeza llenándose de información indescriptible en un idioma que es del todo ajeno a lo que es humano, siento el cerebro inflandoseme como un globo más allá de los límites de mi propio cráneo, y todo por la acción de percibirlo. El aire a mi alrededor se ha vuelto áspero al tacto y me doy cuenta que no estoy respirando.

 "¡No mires!" Pero no puedo no mirar, incluso si tuviera el control de mis párpados no podría cerrarlos, incluso de hacerlo podría percibir su presencia, como ahogarse en un estanque, el cerrar los ojos no hace que desaparezca la presencia fría del agua.

"No temas" entiendo por fin a la voz. Pero temo. 

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