Tomé la carpeta que me ofrecía el suplente del santo patrón de las causas perdidas y la abrí, en su interior solamente había una fotografía, cuando Sroka Zwyczajna te daba una pista solía ser poco claro pero nunca había llegado a tales extremos.
El suplente carraspeó un poco.
-Solamente estábamos preparados para que preguntara por el búho azul, el que haya pedido información de pronto por el pato gris nos agarra por sorpresa, de momento es todo lo que le podemos ofrecer. - Dijo el suplente del santo patrón mientras se rascaba las sienes.
Miré nuevamente la fotografía, era una foto tomada desde el interior de una ventana que daba a un patio donde una solitaria maceta de color blanco y azul sustentaba una planta de piña que apenas empezaba a ofrecer su fruto. Mientras la observaba supuse que debía encontrar la casa a la que pertenecía aquel patio pero en la ciudad debía haber por lo menos unas 100 000 viviendas sin contar aquellas que se encontraban en fase de construcción, además no había manera de saber el año en el que la fotografía había sido tomada, podría ser que la planta de piña ya hubiese muerto o que el patio ya no existiera o a estas alturas fuera ya irreconocible del todo, o incluso en el peor de los casos, podría pertenecer a una casa que aun no hubiera sido construida.
-De momento es todo lo que podemos ofrecerle. -Dijo el suplente adivinando mi frustración. -Si se nos ocurre algo mas le llamaremos, si se le ocurre algo mas llámenos. Como sea, gracias por su visita y preferencia.
Aquello ultimo quería decir que ya era mi hora de irme, así que tome la foto la guarde en mi bolsillo tras doblarla y deje la carpeta vacía en el escritorio.
El suplente carraspeó un poco.
-Solamente estábamos preparados para que preguntara por el búho azul, el que haya pedido información de pronto por el pato gris nos agarra por sorpresa, de momento es todo lo que le podemos ofrecer. - Dijo el suplente del santo patrón mientras se rascaba las sienes.
Miré nuevamente la fotografía, era una foto tomada desde el interior de una ventana que daba a un patio donde una solitaria maceta de color blanco y azul sustentaba una planta de piña que apenas empezaba a ofrecer su fruto. Mientras la observaba supuse que debía encontrar la casa a la que pertenecía aquel patio pero en la ciudad debía haber por lo menos unas 100 000 viviendas sin contar aquellas que se encontraban en fase de construcción, además no había manera de saber el año en el que la fotografía había sido tomada, podría ser que la planta de piña ya hubiese muerto o que el patio ya no existiera o a estas alturas fuera ya irreconocible del todo, o incluso en el peor de los casos, podría pertenecer a una casa que aun no hubiera sido construida.
-De momento es todo lo que podemos ofrecerle. -Dijo el suplente adivinando mi frustración. -Si se nos ocurre algo mas le llamaremos, si se le ocurre algo mas llámenos. Como sea, gracias por su visita y preferencia.
Aquello ultimo quería decir que ya era mi hora de irme, así que tome la foto la guarde en mi bolsillo tras doblarla y deje la carpeta vacía en el escritorio.
Me desperté en mi cama un poco adolorido por la posición incomoda en la que me había dormido, tan pronto me incorporé lo primero que hice fue comprobar el frasco de las pastillas, me quedaban dos verdes lo que significaba que si quería encontrar al búho azul y al pato gris necesitaba levantarme y hacer una llamada.
Marqué el numero que de memoria y aguarde a la grabación que me recordaba que el costo de 27 pesos por minuto mas impuestos iba a ser cargado a mi recibo telefónico bajo el concepto de "servicios varios".
-Hola lindura - La voz de mujer del otro lado de la linea hablaba despacio, casi susurrando y arrastrando levemente las silabas, daba la impresión que intentaba sonar melosa o sexy pero aunque no sonaba desagradable no conseguía el efecto deseado. -¿Quieres oírme decirte lo que me gustaría que me hagas? ¿hummm? ¿Quiere que te describa a detalle lo que estoy haciendo? ¿Qué quieres hacer travieso?
-Quiero hablar con Dios, ¿Puedes transferirme con el? - Del otro lado de la linea se hizo un silencio helado, pasó casi un minuto durante el cual no despegue mi oreja del teléfono atento a cualquier cambio en la linea, aquello no era mas que un intento por alargar la llamada y poder cobrar sus tarifas por minuto.
-Ya te transfiero con el, espera un segundo - Sonó un poco de estática del otro lado de la linea pero nada fuera de lo ordinario -Hey, cuando termines de hablar con Él, si aun quieres hablar conmigo te estaré esperando - Dijo la voz femenina e inmediatamente después escuche la voz de Dios del otro lado de linea.
-¿En que puedo ayudarte hijo?
-Dios, necesito pastillas
-Lo se, hijo - Dijo Dios - Pero antes, es mi obligación informarle que la siguiente llamada puede ser grabada y/o monitoreada para fines de mejoramiento en nuestra calidad de atención al cliente, ¿Quieres amarillas, azules o rojas, hijo?
-Verdes - respondí - Por lo menos unas 10.
-Te saldrá caro, hijo.
-Siempre lo es - Respondí como queja. En todo el tiempo que había sido cliente nunca califique para un descuento aunque había un rumor de que a veces los concedían.
-La cantidad se te cobrara directamente a tu recibo telefónico bajo el concepto de Servicios médicos del sur. ¿Aceptas el cargo, hijo?
-Acepto - Respondí.
-Entonces enviare al sujeto de la caja cuanto antes a entregar tu pedido, ahora hijo, oremos cuando termine la oración te transferiré de vuelta con Martha en la linea; padre nuestro que estas en el cielo...
-Gracias - Dije -y corte la llamada.
Todo aquello me daba dolor de cabeza y terminaba costando una fortuna.
Comí algo ligero y me vestí para salir.
Estaba dispuesto a intentar dar con el domicilio de la fotografía aun a sabiendas de que posiblemente no lo encontraría pero tampoco me apetecía quedarme en casa y aquella era una buena excusa para dar un paseo.
Marqué el numero que de memoria y aguarde a la grabación que me recordaba que el costo de 27 pesos por minuto mas impuestos iba a ser cargado a mi recibo telefónico bajo el concepto de "servicios varios".
-Hola lindura - La voz de mujer del otro lado de la linea hablaba despacio, casi susurrando y arrastrando levemente las silabas, daba la impresión que intentaba sonar melosa o sexy pero aunque no sonaba desagradable no conseguía el efecto deseado. -¿Quieres oírme decirte lo que me gustaría que me hagas? ¿hummm? ¿Quiere que te describa a detalle lo que estoy haciendo? ¿Qué quieres hacer travieso?
-Quiero hablar con Dios, ¿Puedes transferirme con el? - Del otro lado de la linea se hizo un silencio helado, pasó casi un minuto durante el cual no despegue mi oreja del teléfono atento a cualquier cambio en la linea, aquello no era mas que un intento por alargar la llamada y poder cobrar sus tarifas por minuto.
-Ya te transfiero con el, espera un segundo - Sonó un poco de estática del otro lado de la linea pero nada fuera de lo ordinario -Hey, cuando termines de hablar con Él, si aun quieres hablar conmigo te estaré esperando - Dijo la voz femenina e inmediatamente después escuche la voz de Dios del otro lado de linea.
-¿En que puedo ayudarte hijo?
-Dios, necesito pastillas
-Lo se, hijo - Dijo Dios - Pero antes, es mi obligación informarle que la siguiente llamada puede ser grabada y/o monitoreada para fines de mejoramiento en nuestra calidad de atención al cliente, ¿Quieres amarillas, azules o rojas, hijo?
-Verdes - respondí - Por lo menos unas 10.
-Te saldrá caro, hijo.
-Siempre lo es - Respondí como queja. En todo el tiempo que había sido cliente nunca califique para un descuento aunque había un rumor de que a veces los concedían.
-La cantidad se te cobrara directamente a tu recibo telefónico bajo el concepto de Servicios médicos del sur. ¿Aceptas el cargo, hijo?
-Acepto - Respondí.
-Entonces enviare al sujeto de la caja cuanto antes a entregar tu pedido, ahora hijo, oremos cuando termine la oración te transferiré de vuelta con Martha en la linea; padre nuestro que estas en el cielo...
-Gracias - Dije -y corte la llamada.
Todo aquello me daba dolor de cabeza y terminaba costando una fortuna.
Comí algo ligero y me vestí para salir.
Estaba dispuesto a intentar dar con el domicilio de la fotografía aun a sabiendas de que posiblemente no lo encontraría pero tampoco me apetecía quedarme en casa y aquella era una buena excusa para dar un paseo.
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