Los cuernos de mi frente de esta mañana asemejan dos picos de roca negra, son ligeros, incluso cómodos pero dan la impresión de ser punzantes como agujas.
Hoy la negrura de mi pecho se extiende hacia afuera en un radio de aproximadamente metro y medio alrededor de mi y por ello; en la calle, en el autobus camino a casa y en los pasillos, nadie se acerca. La negrura se traga la luz con la fuerza de un agujero negro, dentro de ella mi silueta excepto por los cuernos sobre mi frente es prácticamente invisible.
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